jueves, 1 de agosto de 2013

los lugares de Laura

Laura G. vive en cuatro lugares:

1. Entre las sábanas. En sus sueños. En esa otra que no puede verse en el espejo pero anda por las calles de noche y no sabe exactamente lo que hace pero algo hace y siempre despierta al mismo día.

2. En la nebulosa que va de una tarea a otra. Levantarse para sentir el agua fría para prepararse la comida  para maquillarse y ver sus ojos en un espejo diminuto, escuchar los cláxones, el silencio, los comerciales, sus propios pensamientos, más cláxones, y más silencio, alguna canción hasta detenerse y salir de su nebulosa-auto.

3. En un rectángulo, como caja de zapatos, pero no es de cartón sino de alguna tela con marcos de metal, frente a una pantalla, una luz que irradia todo sobre ella mientras irradia nada de vuelta. Y lo que hace es tc tc tc tc tc tc tc, a veces al ritmo del segundero de su reloj, a veces más rápido, a veces muy lento. Y cuando alguien le llama ‘Laura’, es como si le hablara de algún lugar lejano, desde la duna de algún desierto, pero la sedienta y cansada es ella. Por un momento detiene sus dedos, detiene el tc tc tc tc, y piensa -la voz de la duna en el desierto se acerca y la sorprende- ‘Laura no estás sola y necesito esto’, entonces Laura sonríe como si fuera a recibir alguna recompensa, la voz se marcha, y ella vuelve a la pantalla que la absorbe como un sol que todo lo abrasa, hasta su alma.

4. Llegada la hora Laura se enfrasca dentro de un contenedor de plástico cuadrado donde se hunde entre el arroz rojo y carne dura con salsa que ella misma preparó. Le caen como avalancha todos los pensamientos contenidos de aquel día, los sonidos de la calle, el sueño, ella, el hombre en el desierto, la pantalla que irradia y absorbe. Y la avalancha está hecha de arroz rojo que la ahoga, inundando sus pensamientos en lo más adentro de ella.

3. El rectángulo, la pantalla, tc tc tc tc tc tc, pausa, tc tc tc tc tc tc tc. Shut down.

2. Laura sale de nuevo a la nebulosa, un espacio lo suficientemente grande para albergar a toda una familia para irse de paseo al bosque o a la playa o al cine, pero ella va sola, camino a su departamento, a ese espacio más grande donde contiene todas las esperanzas que ella misma guarda, la esperanza de cambiar, de ser, de llegar, de obtener, de ser, de ser, de ser.

1. De regreso entre las sábanas. De vuelta a sus sueños, a unas manos que son de ella pero no reconoce de inmediato. Al no espejo, al no reflejo. A la no ella. Y al sonido que la regresa al mismo día.


miércoles, 31 de julio de 2013

en el día y en la noche

en el día

está el cielo y los edificios,
está el infinito y lo que el hombre ha levantado
    recortándolo

en la noche

está el cielo, los edificios, el infinito y el hombre
    y todo es uno solo

martes, 30 de julio de 2013

intoxicación, lunes, estadísticas; corte a martes

Después de estar escribiendo de manera numérica. Uno sucede esto, dos sucede esto, tres sucede esto. Te diste cuenta que no era posible continuar así. Cíula no escribe a la un dos tres. Escribe uno. Escribe dos, escribe tres y vuelve al dos y luego al uno y así sigue.

No hubo más de este día, que ya es ayer.

Desertó Cíula, terminó el lunes, se aferró a todo aquello que no quería hacer pero hacía porque era necesario o porque según esto es necesario cuando todos sabemos que lo necesario es y lo demás no es necesario hasta volverlo así.

Las estadísticas de ayer (lunes), día en que comenzó a escribir esto y ahora ya no recuerda qué querían decir.

Los números hoy hablan del lugar, la empresa, donde trabaja Lucía y de las tácticas a las cuales recurre para pagar un mínimo de impuestos.

Por lo cual comprueba que realmente no tendría por qué trabajar -realmente trabajar- donde está trabajando. Puede brincar de página en página, de blog en blog, de artículo en artículo. Escribir sobre nada. Pensar, que según esto le encanta pensar (y más bien no entiende por qué los demás no lo disfrutan, por qué están en esa búsqueda constante de no pensar, esa película para no pensar, ese libro para no pensar, unas cervezas para no pensar, una siesta para no pensar; si el ser humano tanto presume que pensar lo vuelve ser humano ahora por qué está decidido en dejar de pensar).

C. A este trabajo entraste porque pretendías ser Bernardo Soares, ¿recuerdas?

L. No fue hace mucho tiempo.

C. Pero ahora hasta dejaste de leer a Pessoa.

L. Porque en algún momento voy a volver a él.

C. Entonces eres poliamor hasta con tus lecturas.

L. Sobre todo soy poliamor con autores y lecturas.

C. También te has dado cuenta que no puede ser Bernardo Soares porque de pronto aparece un agujero que te succiona hasta lo más profundo de tu no-ser, y te consciente de no sentir o sentir una necesidad de no ser y no estar y buscar todo lo que no es. Y la tristeza que lleva una vida solitaria, y la soledad que lleva una vida triste.

C. Y luego los muchos como tú, apodados Godínez con sus caras largas como el papel que se usaba en las impresoras, hoja con hoja. Con sus uniformes idénticos sin haberse (NUNCA) puesto de acuerdo. Con sus loncheras. Sus peinados. Sus frases. ¡Sus frases! 'Buenos días por la mañana', 'Tons qué, vamos por las tortas', 'Ya dijiste, te toca', 'y qué cuándo invitas el café, el desayuno, la comida, las galletas'.

L. Entonces lo que Pessoa hace en mi contexto se vuelve un absurdo.

Lo escribo porque no me atrevo a decirlo pero entonces Pessoa era un Godínez, un genio, un ser humano completo, sensible hasta las llagas pero un Godínez reprimido, asustado, nostálgico y triste, silencioso.

viernes, 19 de julio de 2013

llámese zapato

Hay un zapato, de plataforma gruesa, de tacón, con la suela sucia, o suficientemente gastado, que me aplasta la cara contra el suelo, la empuja. El suelo es áspero o liso, está caliente y quema, o muy frío y duerme la parte izquierda de mi cara. A veces se aligera un poco, no sé si es porque ya me acostumbré a él o porque realmente el tipo o la tipa que tiene este zapato sobre mí ha descansado su cuerpo más sobre el otro pie, o se sujeta de algo. Claro, o se sujeta de algo, como de una cuerda de la cual jala y aligera el peso de su cuerpo. Pero no lo retira completamente. Sigue ahí. Y yo sigo esperando a que se quite. Algunas veces me quejo, otras lloro, otras me da por reírme hasta que me duele la panza; a veces y sobre todo pienso en cuándo irá a quitar su zapato, qué puede hacer el mundo para jalar a este tipo de estar por encima de mi cabeza, imagino posibles razones, como una verdadera urgencia, supongo que alguien se le muere al tipo y entonces y sin pensarlo él correo a ver a su muerto.

He intentado empujarlo con una mano y la otra, también mover mi cuerpo hacia un lado, pero es inútil. Él o ella y su zapato siguen ahí y yo sigo debajo.

Llámese zapato, vida, destino, suerte, literatura, desasosiego, pesadez, vida (ah, eso ya está escrito), sustituya el zapato por lo que más le convenga.

martes, 16 de julio de 2013

existe, existes

Existe alguien como tú, después de: 34 días de ser la otra, llevando una incisiva soledad, admirando tus manos escribir eso que no te interesa, (y ¡a quién le importa!), en un cubículo que se encoje (como le sucede a Alacia en la casa del conejo).

Después de garabatear rápidamente una sonrisa en lápiz sobre papel aguantando el sabor en las comisuras de tus labios durante todo el día, y modular la intensidad del brillo de tus ojos (el tornique que está justo en tu sienes) para aparentar una seriedad de 'mi vida peligra si tú, compañero, no me explicas ésto de este lugar'.

Después, después, después. De ser capaz de tomar la pluma abrirla abruptamente encajarla sobre una de tus manos y asegurar que es tuya, de haber sacado punta fina (fina) al lápiz, o al sostener fuertemente las tijeras de tu compañera de cubículo (hay tantas formas de asegurar que son tus manos esas que ves, esas que escriben tanto que no tiene ni un sentido para ti), después, después:

De imaginar que te desnudas y caminas por los pasillos para saber si los demás están despiertos, o si son una especie de máquina humana (que nadie sabe) pero es lo último en empleados y los han adquirido las grandes compañías para trabajar mezclándolos con verdaderos humanos (o que se dicen humanos como tú); pero a la hora de salida, mientras tu caminas a casa, ellos abren un escape debajo de sus escritorios y se lanzan por un tobogán que los lleva a un lugar a recargar energía.

También te viste entrando a la oficina de uno de los directores (cualquiera, todos tienen sus ventanas hacia la calle) y lanzándote desde ahí, flotando los últimos minutos de vida sobre tu ataque de risa.

Y que le das un golpe con el puño derecho al hombre que saluda con un beso en el cachete, depositando todos sus labios y que se expresa diciendo 'perverso' para ser creativo y casual al mismo tiempo, cuando significa perfecto, cuando nada es perfecto y realmente todo es perverso y su estupidez aun más.

...que exigiste cambio de puesto para sustituir a la "señora de la limpieza".

...metiste un pedazo de aluminio al microondas cinco minutos antes de la hora de la comida y dos días antes de la fecha de quincena.

Después de ser feliz a partir de imaginar todo lo que no es y puede ser y aferrarte a ello como si realmente pudiera llegar el día en el que será porque serás capaz de decir, hacer y no sólo pensar.

Caminaste pensando que algún día lo harás, sonriendo un poco debajo de esa sonrisa de papel para los otros y entonces lo encontraste, a esa persona, ese alguien.

Lo viste sonriendo mientras escribía en su pequeño cuaderno, mientras volteaba hacia un lado y otro cuando lograba salirse del movimiento de su lápiz y sus pensamientos, un lápiz idéntico al tuyo.

Lo observas. Tienes que comprobar que es él. Y que eres tú en él, y ya no estás sola, pero es necesario que él te encuentre a ti también.

Solamente a través de pistas él puede encontrar que existes y tú sabrás que él existe. No serás la otra, de incisiva soledad, de perdidas y busquedas (sin acentos).

...


domingo, 7 de julio de 2013

día n

no puedes contar los días, se confunden, ayer-hoy-hoy-ayer-mañana

mañana fue al trabajo
y más bien no quieres que sea ayer,

¿hoy?

el tiempo suena más a tac que a tic, es un tac como piedra en una lata vacía

tac tac tac tac
tac tac tac tac tac
tac tac tac tac tac tac
tac tac tac tac tac tac tac
tac tac tac tac tac tac tac

¿cómo dijiste que te llamas?

parece que respondes a varios nombres,
a todos menos al tuyo

tu esencia se encuentra y delibera

¿quién es ella que me observa? ¿qué es lo que quiere?
¿qué es lo que quieres?

el problema no es que tu semilla no crezca
tu semilla crece planta, planta entre la yerba
se confunde con la maleza
eres yerba, flor, maleza, raíz

te escapas de ti, fuera de ti, te olvidas

¿cómo dijiste que te llamas?




sucede hasta que se detiene

(para Eduardo)


la vida sucede:
sucede
sucede
y sucede
hasta/que

se detiene

se detiene para uno
se detiene para algunos
y para el resto continúa

como la gota en una hoja
el tiempo y se seca
el aire y la hoja vuela

la vida palpita

y el mar se contrae
el mar palpita
y la vida se expande
las vidas como olas
vienen van
la arena, la espuma, a solas
las olas como vidas
vienen van
y como brisa se pierden, se secan

tus pies dentro del mar
es ahí donde quedó su huella
la marea aumenta
tus lágrimas caen
todo se mezcla

ahora tu vida sucede
sucede, sucede
dentro de ti todo continúa
la marea aumenta
tu sangre circula
su recuerdo te impregna
sus olas sobre tu piel arena

sumerges tu cuerpo
rozas el fondo
nadas y nada
la vida sucede, sucede
sucede
no te detengas

tomas aire
la vida está en ti
la vida sucede
sucede, sucede
y él existe por medio de ti


somnolencia

Lucía trabaja para que yo escriba
pero yo no escribo

Lucía es mi esposo, mi frustrado marido que llega a casa cansado y lo único que quiere es dormir, arrastra los pies, la cara larga también

no le interesa el sexo
come cualquier cosa
piensa en que le gustaría tomarse un vino hasta caer dormida y olvidar que es alguien
que es alguien que quiere algo
piensa en que le gustaría fumarse un porro hasta llegar a otro lugar, hasta soñar o ser parte del sueño de otro

piensa en querer dejar de pensar

ahora escribo por ella, por mí
para dejar de ver su cara
para sustituir su cara por una hoja blanca
quiero golpearla
sentir como su cara se va de un lado a otro
quiero dejar de odiarla
ver la marca roja de mi mano
arrancarle lo muerta
despierta Lucía, despierta
reacciona
regrésame el golpe

yo no te pedí que trabajaras
yo no te pido que te encierres en esa caja como cuerpo y te entregues a la nada

Lucía me observa mientras escribo
cree que no vale la pena lo que hace

de pronto reacciona y me toma de las manos
me toca
se acerca
pero ahora soy yo la que me quito
para seguir
escribo

¿coincidir?

nuestras manos se funden
tal vez es ella la que escribe
y yo la que trabajo
tal vez sólo imagino que escribo
y nunca lo hago
y es todo lo que pienso
mientras formo parte con mi caja-cuerpo en la oficina

llega el lunes como vacío y precipicio y Lucía se lanza
cae al martes, miércoles, jueves y el viernes sensación liberación acumulación de nada
de rabia
de no ser y no ser y no ser
de ver una cara acartonada (el reflejo de una caja de cereal)
eres
soy
eres
soy

Lucía está dormida, no la vayas a despertar
está cansada de imitar a los otros
de andar por la marea de la masa
de tomar la expresión de sus caras
Lucía sonríe sólo al dormir
y sueña que no despierta y la sonrisa se alarga
suelta una risa
yo le acaricio el perfil mientras susurro que no pasa nada

Hoy me confesó que cuenta los días para ponerles un fin
entonces escribo para que confunda lo que quiere
lo que siente
lo que pasa
para que olvide eso que inventa,
y Lucía lo piensa, lo piensa y piensa hasta cerrar los ojos y volver a sonreír.







martes, 25 de junio de 2013

día siete

La sensación del tiempo. La sensación de estar viva es no sentir el tiempo. La sensación de la muerte es escuchar y ver cómo el tiempo pasa, sucede, se vuelve algo que hacer, algo que te detiene, algo que pesa y cargas y llevas.

Atraviesas el tiempo, te deslizas en sus resbaladillas, así son los días que no 'tienes que'.

Y cuando tienes que, los días son como escalones.

Un escalón hacia arriba que te lleva a otro hacia abajo que te lleva a uno más hacia arriba y otro hacia abajo.

La sensación de llegar a un lugar que está dentro de ti y donde tu misma cierras más las puertas.

Eres invisible.

Te vuelves una masa con tu alrededor de personas.

Te es imposible identificar a quien se encuentra a tu derecha. No es espejo es pared. Vives entre un laberinto de bloques de concreto que dicen ser personas.

¿Viven?

Has logrado coincidir con su mirada y algo brilla y te acerca pero no es nada. Entonces nada.

Tu sonrisa es falsa
Tu mirada es hueca
Tu mirada se esconde tortugas en su caparazón
Evita la realidad
Pero también adentro seca se queda sin ser capaz de sumirse donde la sangre se encuentra

¿Cuál es tu verdadero propósito?
¿Dónde se encuentra?
¿Qué haces aquí? ¿Estás aquí para llegar a tu muerte? ¿Vives para llegar a la muerte?

Utilizas tu alma, la canjeas con la realidad, la usas como crédito indefinido que puede pasar tantas veces sean necesarias. Sacias tu crédito, usas tu alma, usas tu crédito, ¿sacias tu alma?

Te invade una calma falsa, plastificada.

Eres una pequeñísima pieza del gran plástico que ahoga lo natural. Quieres reventar para dejar pasar aire pero aguantas, como todos aguantan, aguantas.

El objetivo real no es real por lo que se debe pagar por el mientras el otro recibe el dinero por aceptar que existe (el objetivo).

¿Existe una verdad? Infinita y en aumento.

Aunque parece reducido, microoscopico, de pronto entras y encuentras un todo microoscopico que tiene dentro un todo que a su vez lleva un todo dentro, indefinidamente. El tiempo sigue sucediendo y la vida y la muerte.

Estiras el hilo de un suéter que cubre casi todo el cuerpo, continúas estirando el hilo y descubres piel, y sigues y más piel y así hasta ves el cuerpo desnudo por partes. Buscas seguir estirando el hilo: paciencia, tiempo, espera.

Tal vez saldrás en unos meses de aquí, tal vez estarás por mucho, mucho tiempo.





el día cuatro se volvió cinco, seis y amaneciste en siete

el viernes se convirtió en sábado, el sábado en domingo, el domingo desperté en lunes y lo único que querias es volver a vivirlo todo.

No te pudiste detener ni a pensar, observaste, sentiste pero no pudiste escribir.

Nada, cero punto cero.


jueves, 20 de junio de 2013

día tres

emplearte

escuchar música

creer que estás haciendo algo trascendete

ser la entusiasta del pasillo entonces la rara

caminar bajo la lluvia para ir y venir a comer, comer rápido para volver al trabajo y seguir con una presentación que nunca había necesitado la empresa por lo tanto seguramente si tú no hubieras entrado no hubiera existido y de todos modos resolverían sus objetivos de alguna forma

pensar en la emoción que te causa el viernes, buscar la palabra viernes en la RAE

pedalear feliz en el camino de regreso

comprar un gran impermeable, tal vez hasta demasiado gran (de)

pensar en las horas libres para hacer todo y no ser capaz de hacer algo

acostarte a dormir y no dormirte

intentar escribir y no escribir

ver tus libros a una distancia y no hacer el intento de jalar alguno para leer

estar arriba del tren que te lleva de una estación a otra mientras las ventanas están empañadas y antes de ver hacia fuera, piensas en lo mismo, en tus pensamientos adentro

en aquel que no te quiso

a aquel que no quisiste

en que eres la marioneta de Cíula

en que trabajas por la puta literatura que no haces ni te da pero a la que no puedes dejar

en que no te determina tu trabajo

en que el trabajo es un ansiolítico de la creatividad, la imaginación y los sueños

en que ya no quieres escribir y hasta te cuesta escribir esto y que no quieres volver a leerlo y leerte y corregirte porque ya no quieres, ya no quieres, el cansancio, el tren que no se detiene, los vidrios empañados, el entusiasmo de un día como hoy que se escurre con el agua que baja desde la fuente de petróleos hasta el final de la ciudad de México hasta que el sol sale y la seca

todo va quedando en el olvido, tus días, tu vida

asustada esperas el momento en que suceda todo lo que imaginas o que te veas perdiendo la voluntad, segura de aceptar esa pérdida, estás a la orilla del rascacielos, observas, esperas, imaginas, tus pensamientos rebotan entre las paredes del cuarto, el techo, el piso, no quieres cerrar los ojos, no quieres detenerlos, encasillarlos, no quieres hasta que lo cierras. Y los cierras.

miércoles, 19 de junio de 2013

día dos

¿Se parece al día uno?

Es idéntico, tus actividades son exactamente las mismas pero es también lo contrario.

Amaneciste más temprano, te levantaste, observaste por la ventana que nadie caminaba las calles de por ahí a esa hora, pospusiste el despertador para levantarte, sentiste que pasaron tres minutos y no una hora.

Pero no hay resistencia.

Te levantaste, desayunaste porque amaneciste con un hambre feroz ¿De vida? Tal vez, pero sólo tenías comida a la mano, un horario de llegada y un lugar predestinado.

Tu trayecto fue distinto en su semejanza. Semejante tu sentimiento, sintiendo la ansiedad de llegar, pensando en la posibilidades del recorrido y tu mente enfrascada en el viene y va de lo mismo. La llegada y llegar, la llegada y llegar, tanto que te es imposible saber qué sucedió en la llegada, solamente supiste que llegaste hasta llegar.

Recuerdas al hombre que vendía desayunos por 10 pesos. El hombre sirviendo una bebida densa y chocolatosa dentro de un pequeño vaso de unicel, el hombre levantaba en alto la cuchara honda y dejaba caer el chocolate espeso.

Después el saludo a tus compañeros del pasillo. La mañana. Se celebra el aniversario de la muerte de Monsiváis. Leer una nota del 2010 a medias sobre el lugar donde vivía hasta levantarte para la primera junta.

Acudir a la comida de trabajo en una pizzería, pensar en todas las excusas posibles para no ir a la comida. Para sólo desear quedarte frente a tu computadora y terminar de leer la nota sobre Monsiváis o sobre todos los Monsiváis de tu país y del mundo que no tienen que estar en una comida observando un partido de fútbol.

Por momentos piensas que todos los partidos de fútbol son lo mismo. Se repiten expresiones, celebraciones, jugadas y el marcador final. Aunque por momentos entre espacios del suceso en turno hay pinceladas que se distinguen. Gestos en el boleador de zapatos, sonrisas compartidas, gritos de emoción que reverberan.

El hombre que devoraba una torta sin voltear a ninguna parte, clavando su mirada en la pantalla, mordiendo de izquierda a derecha, parado al centro de la banqueta, con su refresco presionado bajo el brazo hasta que llegan los comerciales.

Esperanza depositada en el otro. En los otros. El sueño propio fue imposible de obtener, se acabaron las fuerzas y la energía, ahora volteas con el otro y suplicas un 'cambio', una llegada, que obtenga algo a favor de todos. Como si de pronto por un marcador se resolvieran grandes problemas de diferencias, de desigualdad e injusticia.

Vuelves a una junta más para salir a tomar una bicicleta y rodar entre la lluvia, los camiones, los coches y tantas personas que pasaron su día como el tuyo. Que no obtuvieron algo más, sólo momentos de esperanza depositados en el cosas pequeñas: que no llueva más fuerte, que haya agua caliente, que el departamento no esté muy sucio, que me pueda dormir temprano, llegar a la clase de yoga, que no haya demasiado tráfico.

Se escurren tus párpados como el chocolate de la mañana, como la lluvia en las hojas de los árboles, como los sueños de todos y cada uno que resisten hasta que se van cerrando como lo párpados cuando ceden al cansacio de una vida que no complique demasiado vivirla aunque a veces no te haga sentir viva, aunque parezca un mismo día y sentimiento una y otra vez.

martes, 18 de junio de 2013

día uno

El escritorio vacío y tú en la silla sentada girándola un poco hacia un lado y otro, observas los mismos objetos frente a ti: teléfono conmutador, tu celular, una pluma y una taza ajena color blanca con dibujos de corazones rotos.

Ahora juegas con el gafete de 'visitante', lo haces girar con el cordón (como cuando tu mamá te decía, cuidado no le vayas a pegar a alguien), ahora pasas tus llemas de los dedos por las esquinas desgastadas. Lo acercas, lo alejas de tu cara.

Ellos conversan, a tu alrededor, contigo, sin ti. Ella trabaja concentrada en la pantalla con excepción de un momento cuando voltea y te pregunta tu edad.

Has pasado cuatro horas desde que llegaste y no puedes hacer más que esperar. Tu celular se está quedando sin batería, se te cierran los ojos, piensas casi por una hora entera si debes ir por una taza más de café.

Uno de ellos maneja dos horas desde otra ciudad para llegar a la oficina, es el primero en llegar comentan los demás y él sonríe. Tiene las piernas aseguradas porque juega fútbol.

Piensas en él, en el que no quieres pensar escribes en tu cuaderno 'por qué me aferro a querer una señal de él', luego piensas en el correo que te llego de D y escribes 'por qué no quiero saber más de D'.

Pasan 14 minutos desde que viste el reloj por última vez.

Somnolencia

Buscas la palabra en el diccionario, pensaste que tenía ñ, ¿por qué pensaste que era ñ en lugar de n?

Piensas en el empleado ideal. Piensas que es aquel que es necesario pero parece que no desea figurar o por lo menos no lo intenta o le da lo mismo.

Como la sombra de un árbol, escribes, ajena al árbol, cambiante, presente, volviéndolo 'real' con su reflejo gris en cualquier parte. El hombre puede observar sobre el piso su propia realidad, su realidad por medio de la sombra.

¿Soy actriz de este nuevo papel? Te preguntas
¿Cuántos papeles hay en mi catálogo?
¿Los elijo yo? ¿Ellos me eligen a mí? Te preguntas y te preguntas

Han pasado 21 minutos más después de aquellos catorce.

Sentir el tiempo como un peso que se carga para no llegar a ningún lugar, para estar de pie sufriendo el constante cuestionmiento del ser, mientras se encaja el cuerpo en el piso, mientras lo agujera y se va llenando de agua estancada que moja desde los pies hasta el cuello, sube por la barbilla, y de pronto alguien te llama. Tienes la primera junta de tu primer día de trabajo que será después de tu primera comida por los alrededores de aquel lugar.

El primer día de trabajo
el primer día de casada
el primer día de ver y sentir tu pierna amputada
el primer día tener el botín de un billete de lotería
el primer día de la dieta
el primer día después de haberte puesto implantes
el primer día de haber parido
el primer día de viuda
el primer día en un nuevo departamento
el primer día del kinder
el primer día en una ciudad
el primer día con tu nueva mascota
el primer día como guardia de un edificio
el primer día que rompes la dieta

¿El papel te elegió a ti o tú lo has elegido?

¿En cuánto tiempo olvidas que tuviste un primer día para esto?

El sonido del teclado de tu compañero. Y por el otro lado el canto murmurado. El silencio de los demás.

Observas los números en la pantalla del teléfono 02.05.00.04

Pareciera que todo tiene relación contigo. Inclusive (y sobretodo) en su no relación. Lo que crees que no la tiene, más se ancla frente a ti, esa relación está codificada y al descifrarla descubres algo que no tenías sobre ti, sobre tu lugar en ese espacio y tiempo.

Imaginas que existe el puesto de 'el poeta'; así como el contador, el abogado, la comunicóloga, el administrador, el mercadólogo. Existe el poeta de la empresa. Tiene su propia oficina, se encuentra al fondo y su función es hablar en un lenguaje bello. Con el cual deleite a todos su compañeros. Quien inventa sueños. Quien escucha sobre los sueños de los otros. Sonríe, observa con mirada templada, cuestiona sobre lo absurdo y que si algo tiene que ver con la empresa es de una manera extraña pero bella. Puedes acudir a él en cualquier momento, tener tu junta exclusiva con él o que él se encuentre en las juntas anuales y su aportación sea tan importante como la de cualquiera. Que las personas comenten acerca del poeta anterior que ocupo el puesto, que hasta se pueda evaluar la eficiencia de dicho poeta en turno en su puesto.

Han pasado 7 minutos más.

El minuto se vuelve un hueco, hueco pequeño y vacío sin fondo. Te asomas y encuentras que el pequeño punto se vuelve un gran agujero negro a donde se ha ido el tiempo que recién pasó y todo el acumulado durante el día.

Te preguntas ¿Me he transformado? Pasan 7 minutos más.





martes, 11 de junio de 2013

el cumpleaños de D

Miércoles 29 de mayo del 2013

Llegan por un café. Dos. Uno con leche de soya por favor. D camina a abrirle la puerta a L, no abre, cada quien entra por su lado. D le abre la puerta a Z para que se trepe en el asiento de atrás. D y L abrochan sus cinturones y arrancan.

Avanzan cruzando la ciudad y entre largas filas de coches, cruzan un semáforo, otro, suben puentes, bajan, salen de entre torres de babel y juegos de jenga completitos. Atrás quedan los edificios, la acumulación de coches y la gente que flota entre banquetas, como burbujas de gas en un popote, algunas van rápido, otras apenas y se mueven.

Frente a D y L: los montes y el todo verde.

D pasea seguido por el Desierto de los Leones con Z, para L es la segunda vez que camina entre caminos enramados, hojas caídas, un árbol grande seguido de uno enorme. D corre, Z corre detrás de él. L baja por pasitos, también toma fotos de un árbol y otro. Toma fotos cada siete segundos, luego cada cuatro y hasta cada dos. D y Z la esperan. D corre nuevamente seguido por Z. L observa cómo van entre las hojas sueltas, ramas y tierra. L sigue a pasitos y fotitos

(Es el cumpleaños de D, pero L intenta no mencionarlo porque no quiere ponerlo de mal-humor. Pero luego lo menciona y D ríe por nervios o por compromiso o por no tener nada que decir o hacer.)

D y Z corren y bajan y llegan hasta un punto. Todos se encuentran al final de una vereda con vista a la carretera, dan media vuelta y comienzan a subir por un nuevo camino que los llevará al coche (y a la ciudad, los edificios, la gente; al cumpleaños y las felicitaciones para D, a la rutina y la celebración de D para L.)

L se decide a guardar su celular con cámara y comienza a correr. Corre. Corre detrás de D y Z. Ríe por lograr seguirles el paso, ríe porque se siente bien y libre. Después de bajar varias pendientes los tres se detienen. Z toma agua de un río, D y L lo observan. L toma fotos. Caminan.

Caminan hasta que L voltea hacia atrás, ve a un hombre caminando muy cerca de ellos. El H tiene una gorra roja y ojos muy negros. Como si fuera cortando ramas con sus ojos y abriéndose paso. Pasa a L y D, pregunta si Z no hace algo. L y D casi en unísono contestan que es muy mansito. Continúan caminando, D amarra a Z de la correa y siguen. Ahora un hombre de azul y machete está detrás de ellos. Ambos voltean y siguen. El hombre del machete camina hasta cruzarlos.

L piensa en las palabras: machete y hombre, también en asociaciones como: machete-árbol-madera, machete-fruta-comida, machete-trabajo-campo. Tal vez piensa machete-víctima-sangre pero lo piensa tan rápido que se distrae con los árboles, sus tenis pisando la tierra y las ramas, el olor a pino.

D también piensa en el hombre 1 y el hombre 2. Hombre 2 con machete, hombre 1 que sale de la nada, pero después y a la par de la calma de L, sigue caminando, olvidando sus pensamientos, y platicando con L.

Los hombres siguen caminando cerca de D y L, los hombres hablan del árbol del hongo. L también observó el árbol del hongo, estuvo a punto de detenerse a fotografiarlo. Los hombres siguen. D y L están a punto de cruzarlos. Los hombres hablan de un derrumbe. D y L están completamente en silencio escuchándolos. El H del machete levanta su brazo y el H de la gorra saca un cuchillo. D y L se detienen. Z es el único moviéndose y también mueve la cola. D y Z están a unos pasos de L. El H del cuchillo le dice 'dále un machetazo al perro'. D se hace para atrás levanta las manos y dice que no varias veces. El H del machete se aleja y va con L, L le entrega la bolsa. El H del machete le dice que se vaya hacia allá (hacia el cerro). L se va hacia el cerro. El H del cuchillo le dice a D que se vaya hacia allá. Y luego ambos continúan diciendo y moviendo sus respectivas armas para que D y L con Z sigan subiendo por el cerro. Ellos siguen subiendo, sin poder lograrlo por las ramas y hojas que hay en el piso, por el miedo, porque los hombres siguen diciendo que D y L se alejen pero ellos siguen ahí parados.

L se acuerda del cuento que leyó en clase 'A good man is hard to find' en donde una familia entera es asaltada en el carretera por dos tipos, ¿o fue sólo uno?, y justo cuando la familia parece que se libra del asaltante éste asesina a uno por uno de los integrantes de la familia, y los últimos que mueren escuchan los gritos de los otros y todos son asesinados. L imagina que los hombres se deciden mejor a matar a todos, imagina que matan primero a Z y a D y ella escucha los gritos y ve la sangre, después piensa que aquel fue un cuento americano, que los americanos suelen ser tipos más fríos, que los asesinos crueles parecen venir de otra cultura. Aquí es cuando L bloquea sus pensamiento e intenta caminar sin decirle una palabra a D sin mencionar algo peor que hasta ahora han vivido, nada que libere la imaginación hacia un cuento como el que leyó o hacia algo peor.

Entonces L camina detrás de D y Z, caminan y suben, se raspan e intentan avanzar. Luego L toma una piedra en la mano como si fuera hacer algo si los hombres vuelven. Se detiene y le entrega la piedra a D para acomodarse la sudadera, le pide la piedra a D de regreso y luego lo abraza. D no responde al abrazo sigue volteando hacia donde están los hombres. Los hombres no están ni se escucha un ruido. D y L con Z caminan y caminan hasta que encuentran un verdadero camino. Siguen caminando hasta que logran llegar al arco de piedra, por donde comenzaron su trayecto, cruzan el arco y se suben al carro. En el carro L deja la piedra entre sus pies y van en busca de alguien a quien puedan relatarle los que les pasó, ¿les pasó?

Lo que sí pasa después de esto es:

-No se sabe si las cosas hubieran sucedido de peor manera, y una vez pasadas hasta se imaginan que pudieron haber sido peores porque un simple asalto solamente te deja con menos objetos o dinero, trámites que arreglar y no necesariamente más ganas para vivir.
-Luego vienen comentarios de personas alrededor del lugar, del MP, conocidos o quien sea que declaran ciertas posibles verdades lo cual revela que el suceso es cualquier suceso.
-Cada vez que es narrado (por los protagonistas) pasa de ser algo que sucedió o una narración de un sueño. Donde se van perdiendo detalles o adquiriendo nuevos.
-La reposición de dichos objetos, la realización de ciertos trámites, y todo lo necesario para volver a lo que se tenía vuelve al asalto en una muerte sin duelo. Es como si el asaltado hubiese perdido su celular de la misma forma que la chava borracha en el antro. Es como si el asaltado hubiera dejado su cartera en el asiento del transporte público. Es como si al asaltado no hubiese sido alsaltado.
-Y luego volver a la calle, a casa, a los alrededores conocidos para darse cuenta que todo, absolutamente todo sigue su curso.

lunes, 27 de mayo de 2013

los vecinos y el sexo

desde que te mudaste al DF vives en un departamento, ¿recuerdas cuando alguien de Mexicali no podía pensar en vivir en un departamento con su familia?, tú también te quedaste pensando, ¿crecer en un espacio tan pequeño? ¿Y compartir con los vecinos todo esos sonidos que no necesariamente son risas y un "estás son las mañanitas" a coro; a parte de verlos por los pasillos, subiendo al elevadoro colgando su ropa a secar?

Has escuchados a tantos teniendo sexo, gimiendo como lo hace un perro cuando ha caminado suficiente y tiene sed, esos sonidos que pudieran parecer de dolor, actuaciones de una escena porno, o ejercicio de alto rendimiento. Y siempre te sucede lo mismo, te dices "no, no, no, ¿están teniendo sexo?" Y luego te quedas en silencio para comprobarlo y luego esperas a que los sonidos, gemidos sigan y estás a la expectativa, en silencio, has dejado el libro a un lado, ya no volteas a ver tu celular, tienes el cuello más erguido y escuchas hasta que ya no escuchas nada, olvidas que los vecinos están teniendo sexo, y por supuesto no te importa si cada quien llegó al orgasmo, si a veces no te importa que tu pareja llegue al orgasmo, ¿qué te va a importar que el vecino termine?

lunes, 20 de mayo de 2013

yo también puedo escribir unos versos

Puedo escribir los versos más inútiles en una tarde.

Escribir por ejemplo: “la noche está nublada y tirito de frío esperando a la nada”

El viento viene de frente, seca mi voz y mis labios. Un suspiro toma mi alma.

Puedo escribir unos versos inútiles también por la noche. Quedarme en silencio. O nada.
Yo lo quiero pero él nunca me quiso.

En las noches como ésta me tuvo.
Lo besé y ahora significa tan poco.

Él no me quiso, y después yo lo fui dejando de querer.
¿Cómo amar a unos ojos que no ven hacia fuera?

Puedo escribir los versos más inútiles esta noche.
Pensar que nunca lo tuve, que perdí algo y ahora he terminado más sola.

Oír la noche convertirse en un hoyo donde todo se cuela,
en donde el verso se vuelve una enredadera muerta.

Qué importa lo que sienta mi amor, lo que guarda;
la noche cae en espiral hacia la nada y sigo sola.

¿Qué es el todo? A lo lejos alguien murmura. Soy yo misma. A lo lejos.
Mi alma cae como la noche, como una estrella fugaz que pasa y se apaga.

Para evadir mi tristeza me imagino acompañada,
mi corazón es sólo un músculo y Él es otro más que por algún lugar anda.

Es la noche la que me convierte en sombra, que vuelve sombra todas las cosas.
¡Nosotros! ¿Nosotros? ¿De qué habla aquella mujer mientras sigue sola?

Yo no lo quiero, o sí, y cuánto lo quise.
Mi voz se apagó para no volverse un ruido triste.

De otra, de otras, será de quien él quiera.
Serán sus palabras, su cuerpo, sus ojos, su todo.

Yo ya no lo quiero, o sí, realmente no importa.
Es corto lo que fue mientras el hubiera se extiende eterno.

Porque en noches como ésta estuvo frente a mi.
Ahora mi alma espera, observa hacia el vacío y sola se pregunta.

Aunque causa dolor no tenerlo,
duele más que esté presente como sombra de la nada.

miércoles, 8 de mayo de 2013

el concurso

Cíula.- ¡lo logramos!

Lucía.- no, nada que celebrar

Cíula.- pesimismo y la palabra del día: no

Lucía.- sabes qué va a pasar con esas 206 páginas

Cíula.- no, no sé

Lucía.- se quedarán en esa bodega

Cíula.- ajá

Lucía.- las arrancarán del encuadernado, subirán los siete pisos y las lanzarán para que caigan por la calle o las triturarán y enviarán a la industria del confetti y les dirán: donación de confetti blanco

Cíula.- no creo que se tomen la molestia

Lucía.- tienes razón no se la tomarán, ni eso. Entonces realmente se quedarán las hojas en esa bodega, y años después cuando la editorial cambie de oficinas, limpiarán la bodega y lanzarán el montón de manuscritos a la basura y ya.

Cíula.- ¿importa?

Lucía.- no porque yo estaré igual, igual como he estado estos últimos meses, ¡puedes creerlo! Todo lo que ha cambiado y nada.

Cíula.- no tengo ganas de dialogar con víctimas

Lucía.- un tiro de dados

Cíula.- ¿de Mallarmé?

Lucía.- mío, todos los días... es como si aventara los dados a un lago de chapopote y jamás pudiera saber qué número salió entonces me voy a caminar por ahí hasta que me canso y vuelvo para tirar los dados y verlos caer de nuevo en el chapopote

Cíula.- es chistosa la palabra chapopote

Lucía.- pff

Cíula.- uffa

Lucía.- lo que sí fue chistoso es ver la asistente editorial escribir tu nombre

Cíula.- ah sí, ¿por?

Lucía.- parecía una mujer llena de trabajo (y de seguro la tienen sin respirar) entonces cuando salió a recibir los papeles, sacó un recibo y escribió el número de recibo, la fecha y tu nombre... la hubieras visto, escribió Cuíla... y lo tachó, escribió entre la u y la í, entonces ahora decía Cíuíla y lo tachó hasta que sobre Cíuíla escribió Cíula. Ha de haber pensado maldita niña quién se cree que es como para ponerse seudónimo.

Cíula.- yo la escribí

Lucía.- da los mismo no vas a ganar, no vamos a ganar

Cíula.- y si sí

Lucía.- es lo que me molesta, tener atorado "el y si sí", y si sí como un nudo en la garganta o en la espalda o como un cólico que ratos gana tamaño en el vientre y duele. Y si sí no resolverá algo. Auisiera tanto poder pensar como creo que pensaba Pessoa

Cíula.- lo que leíste ayer es también literatura, tú crees que el hombre no quería ser admirado, envidiado, alabado, halagado.

Lucía.- sí, yo creo que no le interesaba, sólo quería dejar de sentir que tenía que hacer algo o ser alguien

Cíula.- ¿de quién hablas de Pessoa o de ti misma?

Lucía.- en fin, adiós intento de novela número uno, buen viaje por el caño de esta ciudad

Cíula.- buen y largo viaje. Au revoir!

lunes, 6 de mayo de 2013

esto es lo que va a suceder

Me decidiré a estar con alguien.

Con otro tipo que no eres tú.

Porque tú tienes una idea de alguien.

Que no soy yo.

Soy mejor, peor o distinta.

Distinta más bien.

Estaré con ese otro.

Con alguien más.

Buscaré ser feliz.

Pensaré que todo lo que no es y puede ser.

Es porque no estoy contigo.

Esto será al principio.

Diré es una lástima que no estemos juntos.

Soñaré que estamos juntos.

Lo pensaré al ver a los ojos del otro.

Es una lástima.

Tú pensarás que al que quise y quiero y querré es a ti.

Pero tú no puedes estar conmigo porque no estás bien.

Entonces estarás tranquilo.

Es una lástima dirás alguna vez.

Pero en tu imaginación seré tuya para siempre.

Y sí: no he encontrado a alguien que comprenda lo que busco.

Por lo que: heme aquí.

Y disfruto.

Me disfruto.

Soy mejor a ratos.

Otros no.

Me guardo la que soy.

Y cuando vuelvo a ser llego a disparar.

Tú no te acuerdas.

Yo también puedo actuar, pero odio ser actriz.

Tontito.

Hacerte creer el panorama que quieres.

Pero no quiero porque no soy actriz y no quiero serlo.

Ni intentarlo.

A veces creo que tu cultura te hace creer que eres mejor que yo.

Y la cultura de ella, de la otra, te hace creer que es mejor tú.

Entonces es una batalla de egos.

Al final da risa.

A mí me da risa y me da risa seguir aquí.

Me río de mí más que de ti y de ella.

Queremos decirnos adiós y más nos abrazamos.

Adiós, te beso.

Adiós, me tomas.

Adiós, cogemos.

Cogemos, cogemos, cogemos.

Hasta que me quedo.

Cogemos, cogemos, cogemos.

Hasta que me voy.

Y luego.

Nada.



jueves, 11 de abril de 2013

cocaína, Eslovenia, El Universal, cocktail

Desde el 28 de marzo no escribes

Sós un rollercoaster y no necesariamente of love

Te caga tu inestabilidad pero la disfrutas

A huevo que da miedo la bajada cuando viene pero también se siente rico

Clímax

Quisieras (shh, no importa)

Quieres el hoy, eso sí que importa (con una sonrisa de plátano blanquiverde)

Esta ciudad está que te come, a mordidas, y te lame, y te enojas y crees que reaccionando y diciendo lámeme dejará de comerte la polla

Qué es la polla te pregunta tu madre

Tu madre Inocencia

No importa madre mía, no me hagas caso házme cazuela, ah ja-ja, qué risa

Qué harías tú Cíulita con una famila perfecta, recibir el balazo en la frente al estilo Hemingway, Heming'sway way, no mames way ni qué fueras qué, normalmente soy, pero a veces y muchas veces me da hueva.

Destino, ¿me puedes lanzar una señal de a dónde me estoy metiendo? Se siente boscoso, algas, fresco, muy fresco, pero extraño, como aquel lugar a donde llegó el tipo del libro de Life of Pi sin que fuera un lugar, un no lugar, fresco, perfecto pero sólo para el mientras tanto.

¿No son todos los lugares y los tiempos un mientras tanto?

Sino no había conciencia del mientras tanto, ¿mientras siempre?

Entre mis búsquedas en internet está la página de wikipedia abierta con la definición de cocaína, jamás la quieres probar pero quieres saber, y si la pruebas ¿sabes?

También aquel lugar (remoto como todos porque parece que jamás vas a salir del pozo de tu país, que no es negro pero es pozo para ti), a donde se van los otros por ejemplo al país de Eslovenia

Y luego El Universal y una liga que te mandó alguien para que te puedas frustrar con un concurso más

Y finalmente la palabra cocktail, quieres saber de dónde viene, por qué cock, por qué tail, es una combinación curiosa linda e interesante y todas las teorías supuestas valen, porque las posibilidades te encantan más que la verdad

¿Alguien me puede decir de qué verdad habla esta mujer? A caso ¿Se ha vuelto loca?

jueves, 28 de marzo de 2013

el mito


(La novela esa que comencé por esto que hace mucho tiempo pasó, ¿pasó?, los cristianos y católicos suplican que pasó, ¡por favor Dios existe!... risas...)

El mito
 
1ª estación: cae Esperanza

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que según su grande misericordia
nos hizo renacer para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de los muertos,...”
(Pedro 1, 1:3).



Que se ponga a dieta por Dios. Hay que conseguir más tela, el traje no debe quedarle ajustado. Las ropas son aguadas.
Se necesita más dinero que el año pasado y que el anterior. Siempre se necesita más dinero.
Y más metros de tela roja en satín, ¿de tul?, con eso tenemos, falta más tela de algodón azul, también amarilla y café. ¿Los tocados?, que sean los del año pasado, también los muebles. Debemos pintar algunas partes, tráete más cubetas de pintura: color café, azul; muchas de blanco y también de verde. Hay que conseguir plantas y hojas de palma. ¿Cuánto va de la colecta? Ave María, tal vez tengamos que hacer tres rondas para juntar más. Necesitamos sacar copias de los cincuenta y dos libretos. Y redactar la carta para el presidente de Ciudad Guzmán, decirle que este año subió un poco, o nomás cambiarle la cantidad y la fecha. Ya está quedando todo listo, aunque a ver dicen que María está embarazada. ¿Alguien sabe?, hay que preguntarle. No puede andar panzona. Imagínate en tres meses, una María panzona. ¡Saquen a ese perro que nomás está estorbando! ¿Qué pasó con los chivos? ¿Ya se los pidieron a Don Josué? Me canso de andar correteando a todo mundo. Ya estoy vieja. Esto debe salir solo. Con los ojos cerrados. Llevamos cincuenta y tantos años haciéndolo. ¡Muchos! Muchos años. Eso sí, cada vez sale mejor. Debe ser pan comido, todo mundo sabe lo que le toca, todo mundo a trabajar. ¿Dónde está el Jesús?, otra vez a batallar con él porque eso de la memoria no se le da. Se me hace que ese chamaco... quién sabe, le tenemos que exigir que se meta a su papel. Nada de novia, ésa estorba. Consíganme al Tomás, quiero verlo. Casi cinco años con lo mismo, es el colmo. Sino lo encuentran pues hasta mañana. Quiero que entienda que no puede andar noviando estos tres meses. Ya después de que pase el evento que haga lo que quiera. Y es que de plano no hay otro ojiverde en el pueblo. Así que, que no me ande con distracciones. Pásame la caja, lo voy a contar otra vez y váyanse cada quien a lo que ya sabe.
Ésta es doña Epe. Podría ser una vieja tranquila pero tiene la energía de un adolescente. Originaria del Rincón aunque vivió largo tiempo en ciudad Guzmán. Es una señora delgada, pequeña y de cabello gris. Siempre viste de negro. Siempre está erguida y camina a paso acelerado. Epe es maestra y consejera del pueblo. Vive sola en una casa de dos cuartos, ella duerme en el cuarto pequeño. Tiene árboles de frutas en el jardín que cuida como a sus perros. Y tiene dos pastores alemanes que cuida como si fueran sus hijos pero no tiene hijos.
En este momento Doña Epe está rasgando la pared con la mano derecha, mientras con la izquierda se aprieta la caja que traía al centro de su vientre.
¡Ah!… ¿está alguien ahí?... ¿hay alguien por ahí? Grita doña Epe, grita más recio ¡¿está alguien ahí por Dios?!…
Pero no hay nadie en casa de los vecinos. Ni cerca. Ahí estarían para ver qué le pasa a la viejita, que no es cualquier viejita, es doña Epe y acaba de caer al suelo.
Los perros de doña Epe están ladrando y rascando la puerta. Ha caído boca abajo en la estancia, a los pies de la cruz colgada en la pared y junto a la caja de la recolecta. El dinero no ha dispersado, la caja cayó completa hasta al suelo.


Los que están en el cuarto observan a doña Esperanza hasta quedarse idos luego se ven entre ellos, después sus ojos recorren el suelo o el techo. Cuando pasan minutos de acostumbrarse se sientan, o van al baño, se preparan un café. Pero ninguno deja de pensar y cuestionarse, las preguntas son las mismas: ¿Ahora qué? ¿Y ésto dónde se cura? ¿Yo cómo ayudo? ¿Cuánto vale un tratamiento?
            Esperanza se sienta sobre la cama, ve sus manos, plancha las sábanas con las manos. Ahora ¿qué vamos a hacer? ¿Qué va a pasar sin la vieja? ¿Qué sucede cuando la familia se queda sin el padre?
            Doña Epe malacostumbró al pueblo. Era la intermediaria, que no les corten la luz o el agua. Mandaba por el médico cuando el enfermo no podía ir a la ciudad. Ella llevaba y traía al padre todos los domingos para que diera la misa. Todos. Hasta que juntaron para una camioneta.
            La doñita trabaja en la iglesia. Una iglesia solitaria y a medio construir. Ahí la encuentras siempre, en su pequeña oficina. Organiza el calendario de todos los años: las festividades, las colectas, la recaudación de cobijas, juguetes, dulces, latas, o cualquier cosa que se necesite. Recibe un sueldo de las donaciones que la gente hace, y un dinero extra de la venta de ates y licor de guayaba. Trabaja más que un padre o una monja. Trabaja más que Dios. Pero eso sólo lo piensa cuando llega a su casa muy noche mientras se acuesta a dormir y siente cada uno de sus huesos. Es la encargada de las clases de catecismo, de organizar la primera comunión, el rosario de los sábados y la vendimia del mercadito. A doña Epe no le gustan los niños, no lo dice, pero no le gustan. Y a los niños les da miedo. Pero encontró cómo involucrarlos en la iglesia. A Elisa, que canta tan bien, la nombró la encargada del coro. A Elisa no le importa Dios, luego, luego se nota, pero organiza las reuniones y los ensayos para el coro de manera impecable. Y su novio, Amadeo, toca rebonito la guitarra, entonces entre los dos ambientan las misas de modo celestial. Elisa tiene 12 años, Amadeo 11. Son como una parejita casada de años donde uno ya sabe perfectamente lo que el otro quiere sin que se lo diga.
            A Oralia, otra de la niñas, a la que le encanta la cocina, la invita a participar haciendo las comidas que se venden en la quermés. Se hizo una colecta para comprar un horno para pan. Oralia aprendió a hacer pan y pizza, con solo 13 años tiene su negocio, su madre le ayuda y les va bien. Aunque ambas subieron de peso, sobre todo porque nunca hay tanta gente a la que se le pueda vender, entonces mamá e hija se comen parte de lo que sobra, ni modo que lo regalen, no es negocio.
            Estamos de regreso al cuarto de doña Epe, ¿qué va a pasar pues?, el que pregunta está parado en el marco de la puerta, acariciando su blanco bigote. Es don Heraldo, un frustrado corredor de caballos quien supuestamente participó alguna vez en unas Olimpiadas o en una competencia importante en el país o en otra parte del mundo. Es el chofer de doña Epe y siempre la acompaña a toda partes.
Cuando van en carretera, doña Epe le dice ¿Quiubo Heraldo por qué le da tan rápido? Y don Heraldo se calma, no logra llegar a más de 90 km/h porque casi nunca va sin ella. La camioneta es una de las pocas del pueblo. ¿Quién es el dueño? Puede que Heraldo puede que Doña Epe, dicen que doña Epe fue la que compró la camioneta pero jamás la ha manejado.
            Antonia se le queda viendo a Heraldo porque ella también piensa ¿qué va a pasar? Antonia es una mujer de complexión rellena, cabello corto y baja de estatura. Ahora se está tallando las manos, una y otra vez, como si quisiera desprenderse la piel, es un gesto que hace al sentir nervios. Después se limpia el sudor de las manos sobre su pantalón rojo y dice entre dientes ¿a poco Epe se va a tener que ir a la ciudad? 
Antonia es la mano derecha de Doña Epe, tenía problemas con la bebida. ¡Mira nomás cómo te pones Toña!, le decía Doña Epe. El vino es del diablo. Hasta que lo logró y dejó de tomar. Gracias a Dios y a Doña Epe se curó la ansiedad por la bebida. Ya puede disfrutar de las reuniones sociales aunque siempre está a punto de arrancarse las pecas de sus manos regordetas.
            Ay Doña Epe usté siempre tan buena, le dicen. Ay Doña Epe no sabe cómo le agradezco. Ay Doña Epe no se nos vaya a ir de aquí porque luego qué hacemos.
            Y Doña Epe con una enfermedad y ninguno sabe bien qué es, cómo se siente o cómo se cura.
            En este momento todos se mueven alrededor de ella. Como planetas en torno al sol. Algunos se sientan, otros se levantan, unos más se asoman por la ventana. Heraldo sale a fumar. Antonia ahora teje, desteje y vuelve a tejer lo mismo. Todos están en silencio, como si hubieran pactado no hablar. Como si hubiera pasado un ángel. Pero en los pensamientos de cada uno hay un griterío. Un monólogo desencadenado de preocupaciones, probabilidades y preguntas sin respuesta, de repuestas sin pregunta.
Así pues sigue la mañana un poco más hasta que doña Epe se quiere levantar a estirar sus piernas y no la dejan; insiste, pero ellos insisten más. Le dan una taza de café y se reacomoda en la cama, le acercan el bote de azúcar y una cuchara.
            Doña Epe gira la cuchara muchas veces y deja la taza sobre la mesa. La vuelve a tomar y vuelve a girar la cuchara, por fin le da un pequeño sorbo al café. El café ya no está caliente, un trago más y dice, aquí no pasa nada hasta que sepamos, me voy unos días a la ciudad y a ver qué me dice el doctor, alguien más va a tener que encargarse del evento. ¿Quién dice yo? ¿eh?
            Y todos en silencio. Normalmente doña Epe se avienta todo porque es la que sabe. Es la única que verdaderamente sabe. 51 años organizando el viacrucis en el pueblo.
            Antonia piensa que debería ser ella la que organice todo. Eso es lo que más quisiera. No tiene que ponerse a investigar ni tampoco hacer algo distinto ¿Leer la biblia? Ni Dios lo mande. Ya está todo ahí en el libreto. Pero claro, tiene miedo, es mucha responsabilidad. No confía en sí misma. Aunque nada más es un evento. Pero es el evento del pueblo.
            Es donde doña Meche vende todos los moños que elabora durante ocho meses. Eliseo mata a sus chivos, hace taquiza y la comida se acaba. El de las papas vende cinco veces lo de un mes. Hasta Celerio aumenta al triple la venta en la farmacia. Es cuando se reúnen los Villanueva, los Arnaiz, los Campoverde y los Suárez, ni siquiera en navidad están todos. Llegan desde el sur y el norte de México. Desde los Estados Unidos... una vez vino el primo de Antonia desde Canadá.
            Esos días no puedes ni caminar, las calles son ríos de colores y fluir de risas. Compras un montón de cosas que no necesitas y quedas como bobito de tanto comer. Te da gusto ver a tu tía aunque se vea medio vieja. Y a tu prima aunque la escuincla haya quedado panzona.
¿Qué va a pasar? La voz de Heraldo aleja a todos de sus pensamientos.
Se escucha el sonido de una camioneta, todos voltean hacia la ventana, doña Epe es la única que sigue con la mirada en la taza.
            ¿Qué va a pasar pues? Repite Heraldo. Y todos regresan la mirada al centro del cuarto. Allá afuera la camioneta se estaciona, se abre la puerta del lado del piloto y se baja una mujer alta, rubia, que parece de otra parte, ésa no es de El Rincón. Voltean hacia fuera, hasta doña Epe vuelve la cabeza, siguen a la mujer en su camino hacia la plaza.  A doña Epe le dan unos escalofrío y pide una cobija. Todos continúan viendo a la mujer. Doña Epe repite que si alguien por favor le puede traer algo para taparse. Heraldo y Antonia reaccionan ambos van por la cobija.

martes, 26 de marzo de 2013

el hermano

Lo más importante para ella eres tú por eso es que ahora te escribo. Le duele un poco pensar en ti, como cuando dejas de hacer ejercicio y haces, eres el músculo que duele al día siguiente, el que recuerdas forma parte de ti, eres parte de ella. Ella se pregunta, ¿cuándo empezamos a distanciarnos?, aunque sabe que era necesario.

Se obsesionó de que te dieras cuenta de que ella es especial como si para ti no lo fuera. El único dinero que ha llegado a tener (gracias a los padres de ambos) y el dinero por el que sueña cuando gane algún concurso, o al obtener el trabajo que ahora tanto busca (y no encuentra) quiere dejártelo a ti, todo a ti.

Le da miedo conocerte en tu forma de hombre, de adulto. Le da miedo que la conozcas como mujer, como adulta. Siempre fueron niños estando juntos. Ella recuerda cuando cada uno comenzó a cerrar la puerta de su cuarto y también cuando te dejó para irse a otra ciudad, lejos de lo que ambos vivían, mientras sus padres seguían peleando. Y recuerda la llamada que hiciste justo después de esto cuando le preguntaste por qué te fuiste Lucía.

Ella quiere transmitirte lo que sabe para que nadie te lastime como la han lastimado. Ella quiere entenderte para no lastimarte como otros lo han hecho.

Me dijo que te escribiera que su más grande logro hasta hoy es haber perdido el miedo a la muerte, ella recuerda perfectamente cuando tú y su madre la llamaron suicida. Estaban los tres platicando en la cocina y fuiste tú el que hiciste el comentario de que ambos ya lo habían hablado. A ella le sorprendió pero también sonrío para sus adentros, en algún momento lo fue y por supuesto quería que su familia se enterara. Pero su no miedo a la muerte la ha liberado y por eso ahora busca algo más, ese algo que no puede ni describirse con una palabra porque aún no existe porque está en el continuo desarrollo de su imaginación, para ella el haber perdido el miedo a la muerte es ser momentáneamente inmortal.

Aún lucha con tantos otros miedos: no puede desprenderse de lo material, sabe que tu preguntarías pero, ¿para qué desprenderse?, pero a ella le afecta, o tendría entonces que aprender a que no le afectara pero no quiere. Y como éste muchos otros que te aburriría saberlos.

Te escribo porque ella no es capaz de hacerlo, te escribo aquí porque tal vez te cruces algún día con esto y pienses en ella. Recuerdes los mosaicos blancos de la cocina de su primera casa, el recorrido alrededor de la mesa de cristal del comedor mientras uno intentaba atrapar al otro, recuerdes el calendario de navidad que hizo su abuela, el mismo calendario que contenía piezas sobre cada día donde ambos se turnaban en quitar el del día que había pasado. Porque aunque su miedo ya no es morir quisiera que la recuerdes sino está viva, solo de vez en cuando.

viernes, 8 de marzo de 2013

la obsesión y la biblioteca vasconcelos

Regresaste a la biblioteca Vasconcelos, después de algunos meses de haberte alejado y con tu celular con cámara y metros aún de la puerta ya estabas calculando el ángulo en cual se aprecia mejor el recinto.

En la entrada estuviste a punto de persignarte pero en el nombre ¿De quién?

Entonces pasaste directo a las maquinitas de comida a tomarte un café, te saboreaste el café como si hubieses llegado a un campo de Chiapas. Y el café malo acuoso con el azúcar enterito al fondo te hizo sonreír.

No es bueno un tipo de amor de este tipo. Es exactamente el tipo de infatuación (inventemos la palabra) que casi te lleva a bajarle los pantalones al arquitecto responsable (Kalach) de su diseño. Mucho gusto señor K, ¿me permite?, ¿el cinto se desabrocha aquí?, ¿los pantalones son de botones o cierre? Afortunadamente te diste (un poco) de cuenta de su gesto de qué le sucede a esta chamaquita, la biblioteca está buena pero no para convertirme en un dios. Fiuf. También una amiga tuya te lo hizo saber, aquello que tanto odias de lo que (compruebas) no eres inmune como cualquier ser humano, te convertiste en eso: ¡groupie!, y cuando te lo dijo y lo viste desde afuera, viste a la L sonriéndole al señor K con ganas de házme tuya señor Kreador de la biblioteca más hermosa que he visitado. Fiuuf. Te cachaste y te escondiste entre las faldas del mantel de una mesa para evadir la mirada desde entonces.

Lo que pasa es que pobrecita de ti no has tenido la fortuna de conocer otras bibliotecas. Al final también puede verse como el almacén donde se guardan los libros, un montonal de libros y obras maestras, pero, ahí no está Borges ni Paz ni Lispector ni nadie. Ahí están sus libros como en muchas otras partes.

Además has estado en la biblioteca V cuando llueve y entra agua.

Además te has dado cuenta que no tienen muchos ejemplares en el idioma original.

Además donde depositan el papel del baño es la misma rosca plástica como en cualquier otro baño del mundo.

Además ahoritita mismo tiene un pedazo de plástico colgante al centro del techo.

Además no te permiten subir hasta lo más alto del lugar.

Además tiene grietas de humedad.

Además no puedes decir que sea un lugar que automáticamente te inspire a escribir o leer, más bien es como cualquier lugar, lo mismo te ha pasado en el piso de tu actual cuarto, lo mismo te ha pasado en la biblioteca del parque México. Aunque considerando el tamaño de ambas bibliotecas el ruido en la del parque México es notorio sobre todo por los que ahí trabajan, mientras que en la biblioteca Vasconcelos se escuchan sonidos ambientales: los carros, algunos pájaros, las máquinas en las cuales depositas los libros para extraerlos de la biblioteca y amén.

Sí, es un lugar que aún su enorme estructura e imponentes estantes, se vuelve nave gigantesca invisible para que estés en contacto con las palabras, tus pensamientos y los del otro sentado frente a ti. Puedes sentir como todos aquí estamos pensando o intentándolo, por eso es especial, por eso vuelves como una niña vuelve y volverá siempre al parque a los juegos. Se sube innumerables veces al resbaladero, ¿recuerdas cuando pedaleabas en la bicicleta hasta llegar aquí?, 40 minutos a una velocidad considerable y de regreso. Subir las escaleras del resbaladero para sentir tu cuerpo deslizándose hacia abajo y otra vez.

No es en el nombre de Kalach, ni de Vasconcelos, es en el nombre del silencio, del estar,  y el pensar, entonces sí amén por la biblioteca.

http://instagram.com/p/WnP2LUjpqe/

jueves, 7 de marzo de 2013

el no diario

C.- No señorita, te caché con la intención de hacerlo y lo prohíbo, no lo puedo permitir.

L.- Yo también soy autora.

C.- Cincuenta y uno, y cuarenta y nueve por lo tanto yo tengo derecho de censura.

L.- ¡Censura!, hasta te molesta la palabra, ¿ahora la utilizas?

C.- Yo no seré una Ana Frank, fuck you away. Esto no es un diario de lo que haces y piensas y sucede y si lo es - y si es que lo es - tiene que estar muy bien disfrazado. Ni yo debo de notarlo.

L.- Se están muriendo los dictadores, ¿lo sabes?

C.- No soy una dictadora.

L.- Eres una dictadora.

C.- Si soy una dictadora entonces toma nota mientras dicto:

L.- Esto que aquí aparece publicado no es ni será en algún momento un diario. No se discutirán reflexiones de la vida personal de L, ni de sus encuentros o vacíos. Firma. A siete de marzo del año dos mil trece.

C.- (sonríe)

L.- ¡Cíula para presidente eterno!

C.- (vuelve a sonreír)

L.- Entonces no hablaré sobre mi depresión del día de ayer.

C.- Tu depresión con duración de dos horas.

L.- Cuenta como depresión. Depresión a razón de una decepción. Depresión propia debido a una decepción ajena.

C.- No debe haber un otro más que yo.

L.- ¡Cíula para presidente eterno!

C.- No estás lista. Si yo lo digo es porque tú lo sabes. Si yo lo sé es porque tú ya lo pensaste.

L.- Si tú es porque yo, si yo es porque tú.

C.- El cantinfleo a dos voces.

L.- Entonces yo confieso ante dios todo poderoso y Cíula que he pecado, he utilizado al otro con fines de abstención a la soledad y la baja autoestima, lastimando al otro, inflando un globo rojo adentro de su ser para después dejarlo ir en vuelo y con esto dejar entonces un vacío al centro del ser del otro.

C.- (aplaude), ¿podemos darle fin a esto? s'il vous plaît

L.- Fin, ¡Cíula para presidente eterno!

domingo, 3 de marzo de 2013

yo, tú, él, nosotros, ustedes, ellos

yo digo olvídenme
tú dices ven
él dice quédate
¿nosotros? (silencio)
ustedes preguntan
ellos responden

yo digo nada
tú dices todo
él me inventa
¿nosotros?, yo digo, tú dices,
ustedes repiten
ellos murmuran

yo digo mentiras
tú te las crees
él se impacienta
¿nosotros?: ¿nosotros?
ustedes comentan
ellos también

yo repito olvídenme
tú dices quiero
él dice quédate
¿nosotros? (soñamos)
ustedes olvidan
ellos también

mea culpa

you don't love me and it is my fault
you had it too easy
I love you because
did not need an excuse and
I just felt like you fall
is hard to explain
but I guess I will try
one day you were you
then it seemed you were mine
I am still confused
with all that I feel mixed up with your touch
and I don't know if things happen or it is just my mind
I wish I could talk to someone
any good talk will give me some calm

you don't love me and it is my fault
I showed you wide open what's inside my mind
you took it like something exotic
a thing from abroad
you had it too easy because I'm a child
I don't need love like bargain
I'm not just saying it, you see me: I'm fine
I wish I could say you break it you bought it
but I know now that what you have was never mine

sucede

que cuando el cuerpo se vuelve carne cruda, mi cerebro flota y mis sentimientos se hacen saliva densa deseablemente escupible (ay, qué mal está escribiendo usté srita., no señorita, srita.), en las dos semanas que tienes aquí, desde que estás de regreso, los has conocido a ellos. Te imaginas que hay generaciones de ellos, generaciones completitas completas que a sus veintialgo rondan las calles de la condesa, la roma, la san miguel hasta chocar unos con otros hola qué tal mucho gusto somos amigos: chela mezcal chela mezcal mezcal chela chela mezcal chela mezcal me zzz

¿Te acuerdas de tu obsesión con ese librito?, con su autor también, querías ser su hija, su amante (guácala, palabra de tv y novelas), su personaje (sobre todo ser su personaje), su vecina. Ahora te encontraste a ellos, sí son los detectives salvajes 2012, no sabes si ya encontraste a Arturo y a Ulises. Tal vez solamente a Arturo pero a Ulises no lo has encontrado. A Arturo lo encontraste como fundido entre varios: era San, Mario, y tal vez Fede, pero creo que Fede es Madero. No importa, no importa quién es equivalente a quién. Importa que los encontraste. Crees que eres María, híjole no sabes si te gusta ser ella. Total.

Así es cómo estuvo el miércoles: tuviste entrevista a las 16 h en la calle tabasco entre mérida y frontera, saliste de casa de la Negra a las 14 h, caminaste, tomaste el metro (aunque está a 40 minutos caminando) llegaste al lugar y viste aquí es, después caminaste hasta el camellón de álvaro obregón y te sentaste en una banca a leer una de las revistas que cargabas, llevabas dos de ellas, 192 páginas por dos,  384 (tuviste que usar calculadora, qué mal). Te fijaste en las marcas que se anuncian pony, ferragamo, lacoste, otras, no te fijaste tan bien.

(quieres seguir escribiendo y no puedes tu atención se va, se va, se fue...)




sábado, 2 de marzo de 2013

hola extraño

Ahora hablamos de vez en cuando, me mandas mensajes, me envías fotos.

La primera vez que te vi me asomé por mi ventana tres pisos arriba y vi la parte de arriba de tu cabeza, no pensé nada, sólo pensé es ése. No pensé que probablemente no te ibas a quedar calvo (nunca) porque tienes mucho cabello o que tal vez no eres alto, por lo menos para mí. Tampoco podría haber adivinado que tu mochila pesaba y estabas cansado.

Cuando salí del departamento pensé que no me había alcanzado a maquillar y que hubiera querido más tiempo para hacerlo. Me acuerdo que quise despistar con mis labios rojos mi falta de maquillaje, hasta traía puesta la crema de noche.

Yo estaba en piyama, recargada en el marco de la puerta que da al pasillo viendo a mi roomate terminarse de arreglar, me ponía crema en las manos y estaba tan tranquila que no creí que dos minutos después iba a estar afuera del edificio diciéndote mucho gusto, a ti te daba lo mismo conocerme o por lo menos eso fue lo que me dijo mi roomate después.

Camino a la fiesta nos detuvimos en el banco, adentro del cajero estabas tan serio que realmente me sentí en el banco, yo no quería voltearte a ver demasiado, pero a veces volteaba directo a ti para ver si eras guapo, si me gustabas o no, cómo era la forma de tu cara y tus expresiones al hablar. Una vez que nos subimos de nuevo al taxi dije algo que según yo fue chistoso y volteé a verte y estabas serio como si tu cara siguiera en el banco haciendo fila, entonces dije ni modo, hoy tendré que conocer a alguien más para platicar porque él es demasiado serio.

Cuando llegamos al lugar la música estaba buena y yo me embobé viendo el edificio por dentros, los cuartos, las ventanas, los techos altos, el vitral, preguntándote todo acerca del lugar como si tu fueras el arquitecto. Sonreía mucho, no sé por qué me sentía tan contenta, tal vez fue la hierba que fumaba a cada rato, tal vez intuía que estaba conociendo a alguien (como tú o a ti) sin saber exactamente que estaba sucediendo porque tu seriedad y tú me tenían confundida.

Estuviste tomando cerveza, yo tequila.

Me acuerdo del comentario que hiciste que me lanzó a darte una de esos incómodos manotazos en la espalda seguido por una carcajada fue "la felicidad no existe" o "yo no creo en la felicidad", pensé (o tal vez lo dije) no mames, yo también he sentido eso en algún momento, pero en ese momento mientras platicábamos siendo un sábado por la noche yo no iba a sentir y expresar que la felicidad no existía. Y sí los tequilas, la hierba y la música generaban un ambiente en el cual te ibas deslizando hacia la euforia. Es probable que la euforia esté en un punto a parte de la felicidad, de hecho es el disfraz de la felicidad pero por qué decías esto, por qué me decías esto, ¿estabas tratando de enviarme un mensaje que decía ya por favor sácame de mi viaje sensatez y realidad?, o intenta un poco más, sé que se te hace fácil hablar con cualquiera pero no lo lograrás conmigo, tienes que esforzarte, entonces seguí y seguí hasta que de pronto ya te estabas riendo conmigo. Sorpresa, claro que fue una sorpresa y mientras pasaba la noche por fin te desabrochaste el cierre y quitaste la cara del hombre que vive por siempre haciendo la fila del banco, esa seriedad y jeta.

Platicamos, platicamos y platicamos. Si hubiera sabido que iba a seguir conociéndote habría puesto más atención a nuestra plática. Si hubiera sabido que iba a escribir sobre esto más aún, porque entonces tal vez traspasaría algún extracto de los diálogos que sucedieron en aquel momento poniendo guiones y todo como una verdadera profesional de la escritura.

Me gustó tu voz, me gustó sentirte tan serio como un adulto (y yo una niña) y verte cuando te volviste un niño conmigo y comenzaste a jugar (mi juego), hasta que la noche se convirtió día y te fuiste.

Cuando te fuiste me quedé pensando en la película aquella donde ninguno de los protagonistas duerme en todo el día porque no pueden parar de platicar y conocerse. Before Sunrise se llama, sólo que situados en el DF y no en Viena, realmente no me acuerdo de nada de la película más que el hecho de que no duermen, por eso pienso aún más que cuando nos conocimos fue como en la película.

Y como aún no me conoces (tanto) no sabes que me pregunto, ¿por qué nos conocimos?, ¿por qué si él está allá y yo aquí y ninguno desea moverse de su lugar?, ¿por qué hablamos como si fuéramos a llegar a alguna parte con nuestras conversaciones?

Si pienso que cada encuentro en mi vida es como si yo fuera una planta rodadora del desierto (que en inglés si tiene nombre: tumbleweed, en español no he encontrado su nombre exacto) que va chocando, se atora en algún lugar y se zafa pero sólo porque así es, como si la vida fuera un impulso o viento entonces sí puedo pensar que te conocí porque choque contigo y en algún momento yo seguiré girando hasta perderme de tu vista. Pero si comienzo a creer que este tipo de sucesos llevan a algo más, que la planta rodadora del desierto que soy (que siempre he creído que soy, hasta tengo un poema fallido al respecto) de pronto se detiene en tierra fértil y comienza a crecer como las otras plantas y hasta se vuelve verde entre ellas, entonces la vida cumple su propósito de vida y deja de ser viento porque el viento es viento y la vida, vida. Entonces, entonces no llego tampoco a una respuesta...

Escribo esto porque escribo todo (o casi todo) porque el monólogo que traía dentro (o diálogo cuando hablo con Cíula), es, ¿por qué te conocí?, y no es que me pregunte porque crea que voy a llegar a una respuesta, nomás me gusta preguntarme y con esto preguntarte no para que me contestes o sí para que inventes conmigo la cantidad de respuestas que quieras, que queramos, ándale juega conmigo, en este caso ninguno pierde y primero que se aburra puede cambiarse de juego.

Nos vemos pronto extraño



adentro

cuando no encuentras el mundo que quieres afuera,
caminas hacia el parque, no escuchas tus pasos pero sí las risas de los niños
vas por la ropa a la lavandería, huele a limpio, la cuelgas
entras al cine, ves una película, sales y piensas por tres minutos más en aquella escena,
compras un helado de chocolate, te lo terminas tiras el vaso con la cuchara de plástico en el bote,
sonríes al otro, el otro te devuelve la sonrisa, o no,
cuando no encuentras el mundo que quieres afuera, vuelves, escribes y creas lo que quieres encontrar y a veces, sólo a veces, sientes el aire de aquella sensación de aquel mundo que crees estás a punto de encontrar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

es tú culpa

C.- no es mi culpa
L.- entonces ¿de quién?, ¿mía?
C.- tal vez, tal vez no es ni tu culpa, ni mi culpa...
L.- ¿es culpa del mundo?, ¿del país?, ¿de la economía?, ¿de los otros?
C.- el problema es que te sientes mal, te sigues sintiendo mal, después de miles de rechazos, en lugar de construirte un escudo en contra de todos ellos, de los otros, te sientes mal contigo, conmigo, "ay no sirvo", "no encuentro mi lugar en este lugar", es lo mismo que te sucedía hace meses..., más otras cosas.
 L.- me pasa lo mismo por la cabeza, ¿cómo es que hay gente tan segura de sí misma si de todos modos es un invento de sí mismo?, me atacan las mismas dudas, ¿me pongo saco?, ¿tacones?, ¿me maquillo?, mejor no, me quito los cuatro aretes extras que ni se notan, ¿tomo café en la mañana?, ¿como algo antes?, tengo que ir al baño, me soplo adentro de la blusa, ensayo el pseudo-discurso: acabo de terminar la maestría, estoy buscando mi inserción en alguna institución cultural, sé que puedo aportar un verdadero valor agregado, admiro la institución en la que usted trabaja, mi inglés es muy bueno, tengo experiencia en distintos ramos de la comunicación, fui maestra de literatura, tengo 29 años, soy de Mexicali, no estoy pensando en casarme, no tengo pareja, no tengo hijos, no estoy pensando en tener hijos, claro que puedo viajar, tengo el horario disponible, idealmente me gustaría ganar..., claro, si tengo que ganar un poco menos al comienzo está bien, por supuesto yo espero su llamada, ojalá podamos trabajar en conjunto, me encantaría... me encantaría... me encan...
C.- y al salir te da lo mismo escribir o no, te da lo mismo comer o no, te da lo mismo el café, volver a casa, quedarte ahí, ser o no ser
L.- tengo que demostrar que sirvo pero no sé cómo, a veces creo que me ven como que voy a pedir mucho dinero, otras veces pienso que demuestro que no estoy convencida de querer el trabajo, pero es que en todos los trabajos es lo mismo llegas a pedidr trabajo pero no sabes ni lo que estás pidiendo, sabes que está pidiendo donde quisieras trabajar pero no sabes exactamente qué vas a hacer, me canso. Y sí trabajo aunque no es para nadie, aunque no es para ellos, los otros, es para mí pero eso está aún más imposible de demostrarlo
C.- le dijiste a la señora del metrobús que eras bailarina
L.- y me creyó
C.- le dijiste que te llamabas Yolanda
L.- a ella le da lo mismo como me llamo
C.- cuando mencionó que su hijo era coreógrafo pensé que te ibas a poner más nerviosa
L.- pero no, a veces me creo más las historias que invento que la que soy
C.- te imaginas mejor siendo Yolanda, la bailarina que entrena varias horas al día y está en espera de entrar a Bellas Artes
L.- ¡claro!, imagínate trabajando en la UNAM con las señoritas importantes haciendo programas importantes con inauguración para el fomento de la cultura en el país dentro de la máxima casa de estudios
C.- no crees que puedes hacerlo
L.- pienso que la gente importante es otra
C.- menos tú, menos yo, así seguirás en el limbo de no tengo trabajo...
L.- hasta que...
C.- hasta que, ¿qué?

martes, 19 de febrero de 2013

martesitos

hay días que no quieres soltar ni una sola palabra a nadie (más que lo necesario): con permiso, gracias, un agua, cuánto es..., y ya. Ni una más, hasta llegar y verter todas aquellas voces, pensamientos, ecos, sombras hechas letras sobre la luz hecha página y entonces puedes comenzar a dialogar con el otro.

L.- ¡Buenos días defe!, ¿Cíula?

C.- Aquí estoy, de regreso, aunque nunca me fui.

L.- Pero estabas muy callada, eras mi silencio.

C.- Sí, sin ganas de pensar, hablar, escribir.

L.- Pasa

C.- A ti no te pasa

L.- A mi no me pasa

C.- ¿Vas a escribir lo de hoy?

L.- ¿Qué?, que cuando salí a correr un indigente (todavía borracho) se estaba llevando mi sudadera (favorita) con mis llaves (adentro). Y corrí a pedírsela.

C.- Le dijiste que no tenías dinero adentro pero creo que nada más quería llevarse algo.

L.- Mi sudadera favorita

C.- Él no lo sabe

L.- Y no se lo dije, y después corrí fatigada, medio arrastrando los pies, medio acelerando a ratos la velocidad hasta que terminé sudada y caminé de regreso al departamento.

C.- Te encontraste a Martín, el portero en tu ex edificio que trabaja en otros departamentos y te dijo...

L.- ¡Sí!, ¡me dijo que me estaba saliendo leche del pecho!

C.- (...), se refería al sudor, ¡fue un chiste!

L.- No me da risa

C.- A mí sí

L.- ¿En algún momento se dio cuenta de su comentario?, me imagino que es un hombre que trabaja por lo menos 18 horas al día todos las días de la semana. Es el único que en mi edificio se quedaba 24 horas seguidas, pero, ¡no mames!

C.- ¿No mames de tu pecho?, perdón pero tu solita te pusiste ahí, además se supone que escribes así que no debes usar esas palabras...

L.- No me importa, Octavio Paz le dijo putas a las palabras.

C.- Tú no eres Octavio Paz

L.- Ni pretendo

C.- Y después el gato

L.- ¡El gato!, ayer le comenté a una persona que los animales solían darme más lástima que los humanos, que a veces se me hacían más humanos que los humanos

C.- Y, ¿entonces?

L.- Caminando por el camellón de la avenida durango veo cruzar corriendo a un gato, en lo que toca el asfalto lo avienta un taxi, ¡mierda!, se queda pegada la parte de su panza a la calle mientras sigue moviendo la cola

C.- Y tú lloras

L.- No lloré

C.- Poquito

L.- Me dieron ganas de llorar, vi al gato de cerca, vi como seguía moviendo la cola. Creo que vi como los ojos azules se le volvieron negros.

C.- Yo no creo

L.- Estabas ahí

C.- Yo no lo vi

L.- Aunque tomaras una foto no lo creirías, aunque te lo dijera un científico, hay personas así.

C.- Júzgame

L.- Es lo que acabo de hacer

C.- Entonces pasó todo esto

L.- Y apenas eran las diez de la mañana de un martes

C.- Te dieron un poco de ganas de encerrarte un rato

L.- Un poco,pero fui por mi celular que por supuesto aún no está listo aunque no me sorprende con todo y que ya me cobraron la factura del mes

C.- Y ahora por fin estás en la biblioteca

L.- Estamos

C.- Estamos

miércoles, 13 de febrero de 2013

Tres y tres

Cerró la cajuela con las tres maletas dentro, un dos tres: cada una cerró su puerta y aceleraron. Al cruzar la frontera mostraron sus pasaportes a los gabachos, sonrieron falsamente, avanzaron, conectaron el ipod y comenzaron la plática ¿Cuántas horas se supone que son?…, es que creo que el hombre que va a ser que me enamore tiene que…, la neta si vas a trabajar en algo que no te gusta es porque te tienen que pagar…, siento que mi hermano está pasando por una etapa en la que necesita encontrar otro tipo de gente…, a veces quisiera decirle a mi ex que es mejor que no hablemos es que cada vez que hablamos…, oye, ¿qué pasó con Susana?, ¿se fue a vivir o de viaje?, me encantaría vivir en Nueva York…, ¿qué?, ¿se murió de cáncer?, estaba muy joven, ¿cáncer de garganta?…

Es la primera vez que las tres llegan a la ciudad de Los Ángeles, van a celebrar año nuevo con unos desconocidos: cenar, brindar, tomar, bailar, ar, ar, ar.

Lisa va al volante, dice que le gusta manejar en carretera, según ella hay algo en la simetría del paisaje que absorbe al automóvil, de pronto éste se convierte en punto de fuga hacia un destino que pretende y promete una abstracción total de la realidad. Las otras dos, Mariela y Bea, la voltean a ver mientras habla. Bea con un gesto de no lo había pensado, y Mariela de no me importa. Las tres concluyen que el objetivo es la fuga.

Si se quedaban en la realidad de su ciudad natal, se quedaban en el remolino hacia arriba, hacia abajo y hacia ninguna parte, el mismo desde el día en que cumplieron los 15 años. Una ciudad que repite conversaciones, personas, experiencias y hasta olores (a cuetes) en cada uno de los fines de año. Como las moscas que se quedan pegadas al plástico extendido cubierto de miel. En este plástico se alojan miles sin que sientan necesario zafarse, sonriendo, como si fuera normal y cómodo estar ahí.
Llegaron a una avenida cercana al lugar en donde iban a ver a los desconocidos, pretendían encontrar una tienda de licores y comprar alguna botella para la cena. Entre los locales el primero era de dulces mexicanos que tenía un nombre que hacía rima con la palabra Oaxaca, después pasaron un local de pollo frito, unos más que estaban abandonados, un local de electrónicos hasta que alguna comentó que parecía un barrio de esos que aparecen en las películas de Hollywood, donde tienes americanos de toda raza excepto blancos. Caminaron entre las calles como si estuvieran ensayando un paso de rap, rieron de la no realidad de la que ahora formaba parte.

Entraron a una tienda de licores atendida por un coreano, el coreano las envío a un súper mercado, el mercado tenían las cajas llenas de parejas y familias comprando pollo rostizado, bolsas de congelados, cerveza y vino espumoso. Encontraron botellas de vino de colores rojos, rosas o casi transparentes, las etiquetas tenían dibujos de animales de zafari. Al final salieron al encuentro de aquella calle escenario del paso de rap,  comenzaba a meterse el sol entre las casas y entre las casas había un límite visible del día y la noche. Así que esto es L.A. dijo alguna y todas rieron.
Después de varias vueltas llegaron a una tienda donde compraron cerveza y dos tintos. Se fueron al encuentro de los desconocidos, llegaron a una casa verde tomada por decoraciones navideñas que en lugar de acogerlas las hizo dudar (¿fuga?), uno de los desconocidos salió al encuentro y ya no hubo vuelta atrás. Ellos se entusiasmaron con la visita, todos se terminaron la primera cerveza del día y en grupo fueron al hotel Azul Inn. La emoción llevó a los desconocidos a pagar el cuarto de ellas, ellas se hicieron como que veían el techo, los volantes turísticos, la televisión de la recepción, después agradecieron y fueron a cambiarse.

Al volver a la casa navideña en vestido y zapatos todos tomaron vino, cenaron y terminaron con algunos whiskeys. Pidieron un taxi para dirigirse al bar, a Lisa le tocó el desconocido número dos y platicaron; a Mariela le tocó el gringo a su lado, y a Bea conocer al número uno. La conclusión en el baño fue que ninguna estaba emocionada por los desconocidos, las tres desearon que fueran aún más desconocidos como para irse a conocer a otros. Sin embargo, el número uno sacó MDMA y las tres sonrieron como si les hubiera aparecido un billete de cien dólares en sus bolsas. Tomaron sus dosis y la fiesta se volvió fiesta. Bea corría por el lugar sobre la espalda del número uno. Mariela coqueteaba con el dos como si fuera el hombre más interesante de Los Ángeles, California. Lisa perdió de vista al gringo y se encontró con un argentino, dejó al argentino y conoció a uno de Nueva Orleans, dejó al negro y platicó con uno de los de la banda en vivo, bailó sobre el escenario y caminó por todo el lugar hasta que encontró a Gio. Ambos sonrieron, uno al otro, como si se encontraran en una isla siendo los únicos, se acercaron siguiendo una línea recta. Todas felices para siempre por las próximas dos horas, comenzaba un nuevo año. Beso, abrazo, feliz dos mil trece, mira que somos tres y tres.

Horas más tarde Bea y el uno estaban destruyendo el lugar quebrando botellas, Mariela y el dos reían aunque Mariela volteaba a ver a todas partes en señal de socorro. En el baño Lisa besaba a Gio hasta que alguien no paraba de tocar la puerta. Cuando Lisa y Gio volvieron con los demás, ya se habían ido y había un montón de vidrio por el suelo, los meseros no dejaban de juzgarlos con su mirada, retrocedieron y salieron. En la calle esperaron por una hora y media a un taxi que les cobró cincuenta dólares para llegar hasta la casa del amigo de Gio.

En el trayecto Lisa se enteró que Gio venía de Nueva York, visitaba a un amigo de Georgia que vivía en Los Ángeles. Georgia, huh?, cool! Después supo que no era de Georgia el estado sino el país, que se llamaba Jorge como el 80 por ciento de los hombres de aquel lugar y que lo apodaban Gio como a Giorgio Armani, dijo ella y se sintió tonta.

Al llegar al departamento del amigo georgiano detectó algunos libros en otro idioma, alfombra, ventana y balcón hacia una alberca medio sucia (tal vez por la temporada). Comenzaron a besarse hasta que Lisa se quedó dormida, su último recuerdo fue el de un sexo malo pero tampoco podía describir detalles, tal vez lo había imaginado, estaba cansada y no podía dejar de cerrar los ojos.
Al siguiente día Lisa despertó en calzones entre los brazos del georgiano, ambos en un sillón de la sala donde en cualquier momento podía bajar el amigo y verlos. Al verlo dormido cree Gio tiene una cara linda y se conforma.

Gio se despierta, la besa en el cachete y en la boca, Lisa está lista para una segunda vuelta (para ver si así se acuerda). Lisa trae los pechos hinchados esto la prende, se siente mejor desnuda que con ropa… sin que Gio se despierte comienza a besarlo, le muerde una oreja, le acaricia la cabeza, el cabello, el cuello, le toma el pecho con sus dos manos, lo rasguña, le aprieta el abdomen, y los muslos hasta las pantorrillas, regresa sus manos a los muslos, mete su mano adentro del bóxer y se detiene. Gio ya despierto reacciona y pregunta qué pasa, claro que sabe qué es lo que pasa pero Lisa disimula y continúa acariciándolo, ya no quiere montarse en él, ni tener sexo, voltea a ver su vestido en el suelo como si fuera a brincar y tomarlo junto con los zapatos para salir corriendo. Corre Lisa corre, piensa, no tengas sexo malo. Pero no a Lisa le da por la caridad, se monta sobre Gio, frota su cuerpo con el de él por un tiempo considerable, se baja los calzones mientras Gio se pone el condón. Lisa se decide, toma el pequeño artefacto y se lo mete, se mueve hacia arriba hacia abajo, grita un poco pensando más en sus pechos que en el sexo que está teniendo, Gio se viene, Lisa se quita, lo abraza un poco, se levanta, camina desnuda, se pone los calzones, se pone el vestido, toma los zapatos, Gio la observa, le dice que la acompaña a tomar un taxi pero que quiere darse antes un baño. Lisa mueve los hombros en señal ya nada de lo que siga puede decepcionarme. Y ve a Gio subir por las escaleras mientras piensa, ¿cómo le hacen los hombres con un pito tan pequeño?, ¿cómo?, ¿ algún día llegan a tener buen sexo?, ¿habrá mujeres que se apiaden de ellos no sólo por una noche sino por el resto de sus vidas?, y pensar que Georgia está tan pegado a Rusia y pensar que la rusa no puede ser posible con un pene como ése.

Lisa se sienta sobre el sillón, acerca la computadora que está sobre la mesa pensando que es de Gio, reconoce que disfruta el jazz que toca. Sabe que el amigo georgiano no bajará. Comienza a hurgar entre los documentos que tiene a la vista, encuentra algunas fotos de un concierto de jazz que posiblemente tuvo lugar en Nueva York hace unos días, y revisa el horario de clases de box de algún gimnasio de aquella ciudad.

Se levanta, toma la cámara profesional de Gio, sale al balcón y comienza a tomar fotos de los objetos que encuentra con el lente: la alberca sucia, un salvavidas rosa chillón flotando, una banca deshecha, las macetas sin plantas del balcón vecino, el cuadrado que dibuja el sol en la pared del edificio de enfrente.

Baja Gio, abraza a Lisa por detrás y toma la cámara de sus manos. Salen a la búsqueda de un taxi. Lisa camina en sus tacones, el vestido del día anterior y una sonrisa de no tengo de otra parezco una puta (una puta caritativa). Gio la toma de la mano como si fuera su pareja mientras bajan una colina y por un momento Lisa reconoce el verde de California, el aire fresco y cálido al mismo tiempo, Los Ángeles, el azul del cielo y hasta cree sentir un nuevo año, la libertad, mientras va cuesta abajo por una ciudad desconocida con un hombre desconocido después de un mal sexo.

Después de terminarse el jugo artificial de fresa con naranja, Lisa le da un beso a Gio, se sube al taxi y cierra la puerta. Le entrega la tarjeta del azulín (Azul Inn) al taxista y recorren una eterna autopista en donde Lisa le lanza la historia que Gio es su novio ruso desde hace tres años, y ella es colombiana. El taxista intrigado pide más (del cuento) y ahora Lisa contesta con monosílabos.

En el reencuentro de Lisa, Bea y Mariela las tres se quejan del peor sexo de sus vidas, de la fiesta increíble que nadie recuerda y del largo recorrido que tienen que emprender de regreso. Mariela va al volante con un dip de cebolla entre las piernas al cual acude con una papita y otra de vez en cuando, Bea está medio dormida mientras Lisa se termina un café gigantesco con cuatro cucharadas de azúcar. Lisa cierra con una frase antes de que todas queden en silencio sobre que tal vez estuviera bueno que el auto se convirtiera en un punto de fuga y avanzar, avanzar, avanzar sin darse cuenta, estar de regreso en el origen insertarse en el plástico con miel de su pequeña ciudad, cerrar los ojos, sonreír, descansar un poco.

Felicia Ge
(c'est moi)

en algún otro blog (que tampoco es de papel) http://travelet.org/2013/02/viaje-tres-puntos-tres-y-tres-felicia-ge/