martes, 19 de febrero de 2013

martesitos

hay días que no quieres soltar ni una sola palabra a nadie (más que lo necesario): con permiso, gracias, un agua, cuánto es..., y ya. Ni una más, hasta llegar y verter todas aquellas voces, pensamientos, ecos, sombras hechas letras sobre la luz hecha página y entonces puedes comenzar a dialogar con el otro.

L.- ¡Buenos días defe!, ¿Cíula?

C.- Aquí estoy, de regreso, aunque nunca me fui.

L.- Pero estabas muy callada, eras mi silencio.

C.- Sí, sin ganas de pensar, hablar, escribir.

L.- Pasa

C.- A ti no te pasa

L.- A mi no me pasa

C.- ¿Vas a escribir lo de hoy?

L.- ¿Qué?, que cuando salí a correr un indigente (todavía borracho) se estaba llevando mi sudadera (favorita) con mis llaves (adentro). Y corrí a pedírsela.

C.- Le dijiste que no tenías dinero adentro pero creo que nada más quería llevarse algo.

L.- Mi sudadera favorita

C.- Él no lo sabe

L.- Y no se lo dije, y después corrí fatigada, medio arrastrando los pies, medio acelerando a ratos la velocidad hasta que terminé sudada y caminé de regreso al departamento.

C.- Te encontraste a Martín, el portero en tu ex edificio que trabaja en otros departamentos y te dijo...

L.- ¡Sí!, ¡me dijo que me estaba saliendo leche del pecho!

C.- (...), se refería al sudor, ¡fue un chiste!

L.- No me da risa

C.- A mí sí

L.- ¿En algún momento se dio cuenta de su comentario?, me imagino que es un hombre que trabaja por lo menos 18 horas al día todos las días de la semana. Es el único que en mi edificio se quedaba 24 horas seguidas, pero, ¡no mames!

C.- ¿No mames de tu pecho?, perdón pero tu solita te pusiste ahí, además se supone que escribes así que no debes usar esas palabras...

L.- No me importa, Octavio Paz le dijo putas a las palabras.

C.- Tú no eres Octavio Paz

L.- Ni pretendo

C.- Y después el gato

L.- ¡El gato!, ayer le comenté a una persona que los animales solían darme más lástima que los humanos, que a veces se me hacían más humanos que los humanos

C.- Y, ¿entonces?

L.- Caminando por el camellón de la avenida durango veo cruzar corriendo a un gato, en lo que toca el asfalto lo avienta un taxi, ¡mierda!, se queda pegada la parte de su panza a la calle mientras sigue moviendo la cola

C.- Y tú lloras

L.- No lloré

C.- Poquito

L.- Me dieron ganas de llorar, vi al gato de cerca, vi como seguía moviendo la cola. Creo que vi como los ojos azules se le volvieron negros.

C.- Yo no creo

L.- Estabas ahí

C.- Yo no lo vi

L.- Aunque tomaras una foto no lo creirías, aunque te lo dijera un científico, hay personas así.

C.- Júzgame

L.- Es lo que acabo de hacer

C.- Entonces pasó todo esto

L.- Y apenas eran las diez de la mañana de un martes

C.- Te dieron un poco de ganas de encerrarte un rato

L.- Un poco,pero fui por mi celular que por supuesto aún no está listo aunque no me sorprende con todo y que ya me cobraron la factura del mes

C.- Y ahora por fin estás en la biblioteca

L.- Estamos

C.- Estamos

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