martes, 18 de junio de 2013

día uno

El escritorio vacío y tú en la silla sentada girándola un poco hacia un lado y otro, observas los mismos objetos frente a ti: teléfono conmutador, tu celular, una pluma y una taza ajena color blanca con dibujos de corazones rotos.

Ahora juegas con el gafete de 'visitante', lo haces girar con el cordón (como cuando tu mamá te decía, cuidado no le vayas a pegar a alguien), ahora pasas tus llemas de los dedos por las esquinas desgastadas. Lo acercas, lo alejas de tu cara.

Ellos conversan, a tu alrededor, contigo, sin ti. Ella trabaja concentrada en la pantalla con excepción de un momento cuando voltea y te pregunta tu edad.

Has pasado cuatro horas desde que llegaste y no puedes hacer más que esperar. Tu celular se está quedando sin batería, se te cierran los ojos, piensas casi por una hora entera si debes ir por una taza más de café.

Uno de ellos maneja dos horas desde otra ciudad para llegar a la oficina, es el primero en llegar comentan los demás y él sonríe. Tiene las piernas aseguradas porque juega fútbol.

Piensas en él, en el que no quieres pensar escribes en tu cuaderno 'por qué me aferro a querer una señal de él', luego piensas en el correo que te llego de D y escribes 'por qué no quiero saber más de D'.

Pasan 14 minutos desde que viste el reloj por última vez.

Somnolencia

Buscas la palabra en el diccionario, pensaste que tenía ñ, ¿por qué pensaste que era ñ en lugar de n?

Piensas en el empleado ideal. Piensas que es aquel que es necesario pero parece que no desea figurar o por lo menos no lo intenta o le da lo mismo.

Como la sombra de un árbol, escribes, ajena al árbol, cambiante, presente, volviéndolo 'real' con su reflejo gris en cualquier parte. El hombre puede observar sobre el piso su propia realidad, su realidad por medio de la sombra.

¿Soy actriz de este nuevo papel? Te preguntas
¿Cuántos papeles hay en mi catálogo?
¿Los elijo yo? ¿Ellos me eligen a mí? Te preguntas y te preguntas

Han pasado 21 minutos más después de aquellos catorce.

Sentir el tiempo como un peso que se carga para no llegar a ningún lugar, para estar de pie sufriendo el constante cuestionmiento del ser, mientras se encaja el cuerpo en el piso, mientras lo agujera y se va llenando de agua estancada que moja desde los pies hasta el cuello, sube por la barbilla, y de pronto alguien te llama. Tienes la primera junta de tu primer día de trabajo que será después de tu primera comida por los alrededores de aquel lugar.

El primer día de trabajo
el primer día de casada
el primer día de ver y sentir tu pierna amputada
el primer día tener el botín de un billete de lotería
el primer día de la dieta
el primer día después de haberte puesto implantes
el primer día de haber parido
el primer día de viuda
el primer día en un nuevo departamento
el primer día del kinder
el primer día en una ciudad
el primer día con tu nueva mascota
el primer día como guardia de un edificio
el primer día que rompes la dieta

¿El papel te elegió a ti o tú lo has elegido?

¿En cuánto tiempo olvidas que tuviste un primer día para esto?

El sonido del teclado de tu compañero. Y por el otro lado el canto murmurado. El silencio de los demás.

Observas los números en la pantalla del teléfono 02.05.00.04

Pareciera que todo tiene relación contigo. Inclusive (y sobretodo) en su no relación. Lo que crees que no la tiene, más se ancla frente a ti, esa relación está codificada y al descifrarla descubres algo que no tenías sobre ti, sobre tu lugar en ese espacio y tiempo.

Imaginas que existe el puesto de 'el poeta'; así como el contador, el abogado, la comunicóloga, el administrador, el mercadólogo. Existe el poeta de la empresa. Tiene su propia oficina, se encuentra al fondo y su función es hablar en un lenguaje bello. Con el cual deleite a todos su compañeros. Quien inventa sueños. Quien escucha sobre los sueños de los otros. Sonríe, observa con mirada templada, cuestiona sobre lo absurdo y que si algo tiene que ver con la empresa es de una manera extraña pero bella. Puedes acudir a él en cualquier momento, tener tu junta exclusiva con él o que él se encuentre en las juntas anuales y su aportación sea tan importante como la de cualquiera. Que las personas comenten acerca del poeta anterior que ocupo el puesto, que hasta se pueda evaluar la eficiencia de dicho poeta en turno en su puesto.

Han pasado 7 minutos más.

El minuto se vuelve un hueco, hueco pequeño y vacío sin fondo. Te asomas y encuentras que el pequeño punto se vuelve un gran agujero negro a donde se ha ido el tiempo que recién pasó y todo el acumulado durante el día.

Te preguntas ¿Me he transformado? Pasan 7 minutos más.





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