martes, 30 de julio de 2013

intoxicación, lunes, estadísticas; corte a martes

Después de estar escribiendo de manera numérica. Uno sucede esto, dos sucede esto, tres sucede esto. Te diste cuenta que no era posible continuar así. Cíula no escribe a la un dos tres. Escribe uno. Escribe dos, escribe tres y vuelve al dos y luego al uno y así sigue.

No hubo más de este día, que ya es ayer.

Desertó Cíula, terminó el lunes, se aferró a todo aquello que no quería hacer pero hacía porque era necesario o porque según esto es necesario cuando todos sabemos que lo necesario es y lo demás no es necesario hasta volverlo así.

Las estadísticas de ayer (lunes), día en que comenzó a escribir esto y ahora ya no recuerda qué querían decir.

Los números hoy hablan del lugar, la empresa, donde trabaja Lucía y de las tácticas a las cuales recurre para pagar un mínimo de impuestos.

Por lo cual comprueba que realmente no tendría por qué trabajar -realmente trabajar- donde está trabajando. Puede brincar de página en página, de blog en blog, de artículo en artículo. Escribir sobre nada. Pensar, que según esto le encanta pensar (y más bien no entiende por qué los demás no lo disfrutan, por qué están en esa búsqueda constante de no pensar, esa película para no pensar, ese libro para no pensar, unas cervezas para no pensar, una siesta para no pensar; si el ser humano tanto presume que pensar lo vuelve ser humano ahora por qué está decidido en dejar de pensar).

C. A este trabajo entraste porque pretendías ser Bernardo Soares, ¿recuerdas?

L. No fue hace mucho tiempo.

C. Pero ahora hasta dejaste de leer a Pessoa.

L. Porque en algún momento voy a volver a él.

C. Entonces eres poliamor hasta con tus lecturas.

L. Sobre todo soy poliamor con autores y lecturas.

C. También te has dado cuenta que no puede ser Bernardo Soares porque de pronto aparece un agujero que te succiona hasta lo más profundo de tu no-ser, y te consciente de no sentir o sentir una necesidad de no ser y no estar y buscar todo lo que no es. Y la tristeza que lleva una vida solitaria, y la soledad que lleva una vida triste.

C. Y luego los muchos como tú, apodados Godínez con sus caras largas como el papel que se usaba en las impresoras, hoja con hoja. Con sus uniformes idénticos sin haberse (NUNCA) puesto de acuerdo. Con sus loncheras. Sus peinados. Sus frases. ¡Sus frases! 'Buenos días por la mañana', 'Tons qué, vamos por las tortas', 'Ya dijiste, te toca', 'y qué cuándo invitas el café, el desayuno, la comida, las galletas'.

L. Entonces lo que Pessoa hace en mi contexto se vuelve un absurdo.

Lo escribo porque no me atrevo a decirlo pero entonces Pessoa era un Godínez, un genio, un ser humano completo, sensible hasta las llagas pero un Godínez reprimido, asustado, nostálgico y triste, silencioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario