lunes, 16 de mayo de 2011

7. Graffiti en el baño

Ya he sido todos y todas, de regreso a ser yo, el mismo, aunque a veces quién sabe…

Comenzó a leer la mamá de Julio, siguiendo ninguna lógica. Elena estaba desesperada, volteaba a una pared y otra, resaltaba palabras al azar: sangre, desempleado, esquivar, excusa, espejismo, horrores… le costó tranquilizarse, se aferró a la mano de su esposo quien ni siquiera se molestó por leer una palabra sólo volteó los ojos, buscó los de Elena. Ella le soltó la mano y continúo leyendo, aquí estaba la respuesta - por favor - ése era su consuelo.

Otro, quisiera, pero ese, el mismo todos los días ¿cómo es posible? así nada más pasa el tiempo, así nada más soy igual.

Ya viví en todas partes y sufrí todos los errores horrores herrores orrores humanos, ya solo quiero descansar, he pensando, pienso, y no dejo de pensar, no me gusta lo que veo porque se que soy, no me gusta lo que hago porque se por qué lo hago. Aquella señora de 70 años intenta con un dulce de caramelo su dentadura no le permite saborearlo, ese soy yo, ya no quiero volver a ser, ya soy. Aquel joven de 19 acaba de recibir la noticia de que será papá, la sangre se le va a los pies y de vuelta a la cabeza, ése también soy, no quiero ser, ni repetir quien fui, ni repetir el que aún no soy pero ya seré. El desempleado, la ama de casa, el intelectual, la frustrada depresiva, el empleado insatisfecho, la mujer que nunca logró saber qué era lo que quería, el hombre de familia que se acuesta con la misma puta todos los jueves, el humano transformado en robot. No encuentro un pase que me haga esquivar todas esas realidades, llegar algún lugar, ya fui y vine, ya conocí, amé y deshice, ahora ya no quiero más, quisiera tranquilidad pero se que eso es imposible, imposible cuando sabes existe lo demás, entre el vivir a ciegas entre vivir nomás buscando la muerte porque puedes seguir haciéndote pendejo, la vida no es una cena, ni romántica, ni familiar, tampoco es un título, ni doctorado o maestría, ni escuela técnica, la vida es nada, la vida la vas inventando conforme te sientes muerto, ahora es escribir, hace rato el camino a casa, cuando estás con alguien la plática obligada. La vida es una excusa para retardar la muerte que ni si quiera parece existir, la vida es ilusión, espejismo, jamás la realidad. En el espejo te comprueba aún más que la vida es otra, otra que no es esta. La rutina es el escape de la vida, es la planeación de aquel que no desea cuestionarse. El hambre es el olvido. El sueño es la muerte en pedacitos, largos, triste-alegres, infinitos, momentáneos. Planear para vivir. Vivir para planear. Las personas como palabras, se transforman, las letras fácilmente toman otro lugar, todo con tal de existir. Todo con tal de existir. Cuando muchos han comprobado que al dejar de existir viven más.

La naturaleza dice no con su cabeza, cabeza de rama, cabeza de tormenta, el humano el menos natural tomando la tierra para hacerla suya, el bicho humano, el humano que se autonombra pero no es, el humano que se define pero no es, nunca es, el humano es una palabra y los humanos olvidamos quiénes somos.

¿De qué hablaba Julio? – pensaba Elena, era un pequeño Apocalipsis de emociones e ideas. Se equivocó, Elena no encontraría las razones, no entendería a su hijo y tal vez era mejor.

Ellos, duermen en la calle, mueren de calor y de frío en el desierto, buscando algo, el humano es otro, el humano jamás seré yo, y cómo serlo, envuelto en donde nada parece lógico. Aparatos para comer, aparatos para tomar, aparatos para sentir, aparatos para ver, los sentidos descansan en aparatos para conocer y ya nada asombra. La mamá olvida ser madre…

Elena está llorando, Elena llora no sabe por qué, no sabe qué dice pero lo siente, acaso ¿tuvo la culpa? No, ella intentó que Julio estuviese lo mejor posible, estaba al pendiente y aún sin ella ser feliz ante su hijo pretendía y ahora siente, surge y sale una frustración, antes de saber por qué, quería saber ¿quién tuvo la culpa? O no, sólo saber si ella tuvo la culpa.

el padre olvida ser padre, y el hermano copia tus gestos, y tu mueres de miedo, la realidad la crees lejos, y la llevas dentro, es difícil voltear los ojos, verte tal cual, imposible verte, jamás lo lograrás, el espejo es un espejo, tu imagen invertida, no podrás ver tu realidad, incapaz de llorar, incapaz de amar.

Imposible deletrar fe ajdajdfjdldfjlkeooqierioqeqoiwhfnncnzkfnajdnfadsfna, imposible deletrar feli ajjakjfalkdsjaoidfnmncakne0qrmmcancnonajfaoiejofiajeo
Imposible deletrar felici ajdljaflakjdoierqe9rqmcmcmziwujusjskdkfivpqprlasjdsbvb
Imposible deletrear felicidad, imposible deletrear felicidad, imposible deletrear felicidad.


Elena descubría la infelicidad de Julio. Pero Julio sonreía, siempre sonreía, pensaba Elena. Y le contaba chistes, anécdotas de lo que le sucedía cuando viajaba en metro a su casa, cuando platicaba con el taxista, cuando su jefe le confesó que sus cambios de humor se debían a unas pastillas para adelgazar que descubrió después eran placebos, cuando su novia lo dejó para irse a meditar a la India. Siempre reía al platicarle todo a Elena. Su madre se sentó sobre el excusado, pensando cuánto tiempo le tomó a Julio llenar todas las paredes de estas reflexiones ¿fueron días, horas, toda la noche anterior? No estaba segura que quisiera mandar pintar las paredes como lo sugería su esposo, más bien quería releerlo varias veces, quizá aprender las frases de memoria, entender a Julio mediante la repetición de sus palabras escritas.

Buscando identidad en el diccionario, cualidad de idéntico. Creyendo encontrar respuestas en un diccionario, definiciones, quién soy, que aparezca un recuadro con mi fotografía, con mi expresión habitual, con mi estado anímico, que me digan quién seré, qué me expliquen y describan quién he sido todo este tiempo.

Elena se sentó sobre el piso frío tenía que ponerse a la altura de las frases escritas al borde de aquella pared, Julio había llenado todas las del cuarto de su baño. Elena imaginó que tal vez todo eso llevaba una semana ahí escrito, y como ella no entraba hasta su baño, no se dio cuenta.

Hipocresía en una llamada. Imposible sincerar tu depresión a una persona que cumpleaños, hoy no se trata de mi, se trata de otra persona, y muchas otras, casi nunca se trata de mi, nunca quiero que trate de mi, me molesta ser yo, ése, el que llama la atención, soy uno más, del otro lado existen otros y yo sólo cumplo siendo uno más en mi país, ni empleado estoy, no, empleado no soy, jamás estaré, mi empleo no me emplea, mi trabajo se reduce a que yo me convierta en un muñeco de cartón que realiza las mismas actividades copiar pegar copiar pegar que el mundo se va a acabar, mi capacidad se reduce a nada, tarde me di cuenta que escogí la peor actividad en cual prepararme. Pude haber elegido otra profesión pero jamás me he creí capaz y hoy aún sé que no soy capaz de seguro no fuera capaz como doctor, como ingeniero o agrónomo. He llegado al borde, al punto de la nada, nada significa todo, nada significa nada, todas son construcciones desde adentro, desde afuera también me han construido de esta manera, y todos los días intento deconstruirme para volverme a construir y cierro mis ojos por las noches en el intento fallido de mi construcción diaria, todos los días es lo mismo, en qué momento cambiará esta condición, tal vez… tal vez nada, tal vez termina en nada

Elena quiere seguir leyendo, abre los compartimentos del mueble del baño, busca adentro de la regadera, atrás de la puerta, sale al cuarto y saca la ropa del clóset, aventándola encima de la cama, pero el resto de las paredes son blancas. Le queda claro las razones que tuvo Julio para quitarse la vida pero ahora no las acepta quiere encontrarse con palabras de arrepentimiento alojadas en algún lugar secreto. Elena mueve los muebles de todo el cuarto, tirando la lámpara de noche, los libros de los estantes, hasta la computadora del escritorio. Llega su esposo a retenerla. Elena llora toda, empuja a su esposo, se dobla en dos hasta hincarse en el piso. Ya no hay misterio, Julio se mató por un día de revelación.

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