viernes, 9 de marzo de 2012

mientras Lucía duerme

Lucía duerme. Nos levantamos a las 6:00. Seguimos con esta novela que ayer casi acabamos pero Lucía se quedó dormida, entonces yo también me fui a dormir. Hoy a las 6:00 la terminamos. Cruda, triste, sin esperanza. Muy bien escrita. Al leer la última frase, una frase corta, Lucía cerró la novela y se volvió a acostar. Sin decir una palabra.
Así ha estado desde ayer. Desde que terminó con sus responsabilidades. Primero se llenó de energía y de ideas. Pensó en hacer una cosa, luego otra y otra y otra. Finalmente limpiamos el departamento. Comimos algo que fue toda una sorpresa. Lucía puede cocinar bien cuando quiere. Nos dormimos. Y al despertar Lucía ya estaba en este estado de letargo. Tomó el libro, leímos. Salimos a correr pero caminamos. Regresamos, nos bañamos, leímos, dormimos. En silencio siempre en silencio. Sin música. Sin ganas.
Ahora yo escribo. Lucía cree que no escribo, que no me gusta escribir. Pero no me gusta que sepa que escribo, que me gusta escribir. Ella cree que soy un animalito, y tal vez lo soy, o que soy una niña a la que no se le puede dejar sola. Y tal vez también lo soy.
Me tomo un café y escribo esto, no sé para qué. El café porque me gusta, escribir también pero realmente ¿para qué? No sé

Lucía es maestra desde hace dos meses. Está enamorada de ese rol pero sabe que no puede mantenerlo. No así, no cuando quiere escribir, no cuando tiene estos cerebros vivos, pulsantes frente a ella. Tiene miedo. ¿Están aprendiendo? Nunca sabe. La calificiación del examen no dice algo, ni la del ensayo.
Siente que sus alumnos son mucho más interesantes que por ejemplo sus compañeros en clase de maestría. O tal vez que varias amigas o amigos. ¿Cómo puede ser esto? Tal vez está idealizando, tal vez cree que son más interesantes. Y esto está en su imaginación. Pero es que siente que están vivos. La mayor parte del tiempo. Le causa un poco de desesperación cuando vienen sedados por preocupaciones inventadas por la sociedad-escuela-padres de familia. La escuela los llena de actividades, les quita todo su tiempo porque no los cree capaces de aprovecharlo. No, no puedes tener una hora libre debes hacer esto.
A nosotras, a Lucía y a mí nos cuesta trabajo encontrar qué hacer con el tiempo libre. Es más fácil tener un trabajo que lo absorba, tener actividades, tengo que hacer esto... y luego esto...
Pero cuando ahí está el tiempo esperando y sólo debes tomarlo y buscar a ver qué te trae el día. Es un alucine. Como diría el maestro de Lucía (tiene por primera vez uno de los mejores maestros que puede tener) su maestro ha sido su modelo ha seguir pero él no lo sabe. Y tal vez hasta ahora se ha dado especialmente cuenta de qué es enseñar y cómo hacerlo.
Tiempo libre, son dos palabras poderosas ¿contrarias? cárcel abierta. Cheque en blanco. Vuelo comprado y sin destino. Entonces todo se vuelve una sorpresa si te dejas llevar. También es necesario tomar el timón para ir encontrando.
Lucía ha tenido alrededor de ocho puestos de trabajo en 28 años. Cada vez que es parte de uno busca alguna excusa para dejarlo. No puede pensar en sacrificar su tiempo libre. Ahí es donde vive. Y por lo tanto donde escribe. Pero tiene que hacerlo. Para demostrarle al mundo que puede ser una persona independiente. Y por independencia todo mundo entiende obtener unos billetes para casa, comida, objetos, y que esa casa comida y objetos digan su nombre.
Suena el teléfono (uno de esos comerciales políticos que la pondrán de muy mal humor) Lucía se levanta. Levanta el teléfono, escucha, y cuelga. Tiene cara de fastidio. Odia a los políticos, a la mayoría y a sus campañas que invaden con discursos reciclados. Son tan estúpidos.
Querrá ir a correr, yo también quiero, aunque siempre le hago sentir que no, ella insiste y es cuando corre más rápido y eso me gusta pero ella no lo sabe y yo creo que es mejor.
La veo en es espejo, no sabe qué estoy haciendo, mejor apago la computadora y la espero sentada sin hacer algo.

4 comentarios:

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  2. O al revés, Cíula odiaría saber que es una excusa, pero tal vez es.

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  3. Quizás Cíula es como un niño que empieza a darse cuenta de que Santa no existe. El niño tiene la posibilidad de prolongar su "sueño" mas tiempo pero no quiere preguntar porque le da miedo saber la respuesta y que se acabe el "sueño".

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