Puedo escribir los versos más inútiles en una tarde.
Escribir por ejemplo: “la noche está nublada y tirito de frío esperando a la nada”
El viento viene de frente, seca mi voz y mis labios. Un suspiro toma mi alma.
Puedo escribir unos versos inútiles también por la noche. Quedarme en silencio. O nada.
Yo lo quiero pero él nunca me quiso.
En las noches como ésta me tuvo.
Lo besé y ahora significa tan poco.
Él no me quiso, y después yo lo fui dejando de querer.
¿Cómo amar a unos ojos que no ven hacia fuera?
Puedo escribir los versos más inútiles esta noche.
Pensar que nunca lo tuve, que perdí algo y ahora he terminado más sola.
Oír la noche convertirse en un hoyo donde todo se cuela,
en donde el verso se vuelve una enredadera muerta.
Qué importa lo que sienta mi amor, lo que guarda;
la noche cae en espiral hacia la nada y sigo sola.
¿Qué es el todo? A lo lejos alguien murmura. Soy yo misma. A lo lejos.
Mi alma cae como la noche, como una estrella fugaz que pasa y se apaga.
Para evadir mi tristeza me imagino acompañada,
mi corazón es sólo un músculo y Él es otro más que por algún lugar anda.
Es la noche la que me convierte en sombra, que vuelve sombra todas las cosas.
¡Nosotros! ¿Nosotros? ¿De qué habla aquella mujer mientras sigue sola?
Yo no lo quiero, o sí, y cuánto lo quise.
Mi voz se apagó para no volverse un ruido triste.
De otra, de otras, será de quien él quiera.
Serán sus palabras, su cuerpo, sus ojos, su todo.
Yo ya no lo quiero, o sí, realmente no importa.
Es corto lo que fue mientras el hubiera se extiende eterno.
Porque en noches como ésta estuvo frente a mi.
Ahora mi alma espera, observa hacia el vacío y sola se pregunta.
Aunque causa dolor no tenerlo,
duele más que esté presente como sombra de la nada.
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