viernes, 8 de marzo de 2013

la obsesión y la biblioteca vasconcelos

Regresaste a la biblioteca Vasconcelos, después de algunos meses de haberte alejado y con tu celular con cámara y metros aún de la puerta ya estabas calculando el ángulo en cual se aprecia mejor el recinto.

En la entrada estuviste a punto de persignarte pero en el nombre ¿De quién?

Entonces pasaste directo a las maquinitas de comida a tomarte un café, te saboreaste el café como si hubieses llegado a un campo de Chiapas. Y el café malo acuoso con el azúcar enterito al fondo te hizo sonreír.

No es bueno un tipo de amor de este tipo. Es exactamente el tipo de infatuación (inventemos la palabra) que casi te lleva a bajarle los pantalones al arquitecto responsable (Kalach) de su diseño. Mucho gusto señor K, ¿me permite?, ¿el cinto se desabrocha aquí?, ¿los pantalones son de botones o cierre? Afortunadamente te diste (un poco) de cuenta de su gesto de qué le sucede a esta chamaquita, la biblioteca está buena pero no para convertirme en un dios. Fiuf. También una amiga tuya te lo hizo saber, aquello que tanto odias de lo que (compruebas) no eres inmune como cualquier ser humano, te convertiste en eso: ¡groupie!, y cuando te lo dijo y lo viste desde afuera, viste a la L sonriéndole al señor K con ganas de házme tuya señor Kreador de la biblioteca más hermosa que he visitado. Fiuuf. Te cachaste y te escondiste entre las faldas del mantel de una mesa para evadir la mirada desde entonces.

Lo que pasa es que pobrecita de ti no has tenido la fortuna de conocer otras bibliotecas. Al final también puede verse como el almacén donde se guardan los libros, un montonal de libros y obras maestras, pero, ahí no está Borges ni Paz ni Lispector ni nadie. Ahí están sus libros como en muchas otras partes.

Además has estado en la biblioteca V cuando llueve y entra agua.

Además te has dado cuenta que no tienen muchos ejemplares en el idioma original.

Además donde depositan el papel del baño es la misma rosca plástica como en cualquier otro baño del mundo.

Además ahoritita mismo tiene un pedazo de plástico colgante al centro del techo.

Además no te permiten subir hasta lo más alto del lugar.

Además tiene grietas de humedad.

Además no puedes decir que sea un lugar que automáticamente te inspire a escribir o leer, más bien es como cualquier lugar, lo mismo te ha pasado en el piso de tu actual cuarto, lo mismo te ha pasado en la biblioteca del parque México. Aunque considerando el tamaño de ambas bibliotecas el ruido en la del parque México es notorio sobre todo por los que ahí trabajan, mientras que en la biblioteca Vasconcelos se escuchan sonidos ambientales: los carros, algunos pájaros, las máquinas en las cuales depositas los libros para extraerlos de la biblioteca y amén.

Sí, es un lugar que aún su enorme estructura e imponentes estantes, se vuelve nave gigantesca invisible para que estés en contacto con las palabras, tus pensamientos y los del otro sentado frente a ti. Puedes sentir como todos aquí estamos pensando o intentándolo, por eso es especial, por eso vuelves como una niña vuelve y volverá siempre al parque a los juegos. Se sube innumerables veces al resbaladero, ¿recuerdas cuando pedaleabas en la bicicleta hasta llegar aquí?, 40 minutos a una velocidad considerable y de regreso. Subir las escaleras del resbaladero para sentir tu cuerpo deslizándose hacia abajo y otra vez.

No es en el nombre de Kalach, ni de Vasconcelos, es en el nombre del silencio, del estar,  y el pensar, entonces sí amén por la biblioteca.

http://instagram.com/p/WnP2LUjpqe/

2 comentarios:

  1. me toco estar en el despacho de K, a finales del 2000. buen ambiente, buena musica, buena arquitectura. se deja uno llevar por esa energia. pero como diria un amigo "es solo arquitectura" Con todo lo que esa frase conlleve. Me gustó tu relato! Saludos!

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    1. Gracias Paco, qué buena experiencia la visita al despacho. Que estés muy bien.

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