C.- No señorita, te caché con la intención de hacerlo y lo prohíbo, no lo puedo permitir.
L.- Yo también soy autora.
C.- Cincuenta y uno, y cuarenta y nueve por lo tanto yo tengo derecho de censura.
L.- ¡Censura!, hasta te molesta la palabra, ¿ahora la utilizas?
C.- Yo no seré una Ana Frank, fuck you away. Esto no es un diario de lo que haces y piensas y sucede y si lo es - y si es que lo es - tiene que estar muy bien disfrazado. Ni yo debo de notarlo.
L.- Se están muriendo los dictadores, ¿lo sabes?
C.- No soy una dictadora.
L.- Eres una dictadora.
C.- Si soy una dictadora entonces toma nota mientras dicto:
L.- Esto que aquí aparece publicado no es ni será en algún momento un diario. No se discutirán reflexiones de la vida personal de L, ni de sus encuentros o vacíos. Firma. A siete de marzo del año dos mil trece.
C.- (sonríe)
L.- ¡Cíula para presidente eterno!
C.- (vuelve a sonreír)
L.- Entonces no hablaré sobre mi depresión del día de ayer.
C.- Tu depresión con duración de dos horas.
L.- Cuenta como depresión. Depresión a razón de una decepción. Depresión propia debido a una decepción ajena.
C.- No debe haber un otro más que yo.
L.- ¡Cíula para presidente eterno!
C.- No estás lista. Si yo lo digo es porque tú lo sabes. Si yo lo sé es porque tú ya lo pensaste.
L.- Si tú es porque yo, si yo es porque tú.
C.- El cantinfleo a dos voces.
L.- Entonces yo confieso ante dios todo poderoso y Cíula que he pecado, he utilizado al otro con fines de abstención a la soledad y la baja autoestima, lastimando al otro, inflando un globo rojo adentro de su ser para después dejarlo ir en vuelo y con esto dejar entonces un vacío al centro del ser del otro.
C.- (aplaude), ¿podemos darle fin a esto? s'il vous plaît
L.- Fin, ¡Cíula para presidente eterno!
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